Hoy es 23 de diciembre. Hoy se tenía que jugar el partido de nuestra selección ante Irán, pero no va a ser así. Por estas fechas mis hijos y yo desempolvábamos la bufanda tricolor y la elástica verde con el 10 a la espalda, los tres con la misma camiseta.

Solía ser un día especial. Vamos los tres juntos con bocata en mano a disfrutar de un día de fiesta animando a una selección que suele reunir a casi todos los mejores jugadores vascos. Es un día de unión donde la ikurriña ondea en todas partes de la grada y la gente no para de animar. Pozas se viste de gala y  el ambiente es el de las grandes ocasiones, pero este año no podrá ser.

Cuando me enteré de la suspensión fue un bajón, pero el peor trago estaba por llegar; cuando les dije a mis hijos que no había partido este año fue cuando me di cuenta lo triste y absurdo de la situación. Me preguntaron por qué no iba a haber partido, por qué este año no podían ir a San Mamés a ver a la selección y mi respuesta fue también de lo más absurda, “es que no se ponen de acuerdo con el nombre. No saben si llamarle Euskadi o Euskal Herria y por eso no se juega”.

Ahora parece que quieren quitarle hierro al asunto diciendo que la discusión va más allá del nombre, que es más profundo. Me da igual.

Unos dicen una cosa, los otros otra. Me da igual quién dice una y quién la otra. Lo único que sé es que este año mis hijos no verán el partido de la selección, de nuestra selección. La todos de los vasc@s. No la selección de la Federación, ni la de los jugadores porque la selección es de todos y no se puede jugar con nuestros sentimientos.

Zuk Zeuk!!