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El Athletic debería lanzar los penaltis de cabeza

Hay dos estadísticas que llevan a la conclusión de que el Athletic debería lanzar los penaltis de cabeza. La primera es que lanzándolos con el pie transforma poco más que una de cada dos penas máximas. La segunda es que los rojiblancos son el equipo europeo que más goles de cabeza lleva esta temporada. Y Llorente es el delantero de las grandes ligas continentales que más letal resulta de cabeza.

Por todo ello, San Mamés ha recuperado dos murmullos tradicionales, olvidado ya el clásico murmullo de cuando la pelota se acercaba al portero propio. Esos dos murmullos son los de preocupación cuando al Athletic le pitan un penalti…a favor.

También únicos en esto
Ojito, que puede tratarse del único campo de fútbol del mundo en el que suceda algo similar. Podría ocurrir también que los rojiblancos optaran por hacer lo mismo que los clubs de fútbol americano: contratar a un especialista para lanzar penaltis. O sea, un tipo que salga únicamente para tirar la falta máxima. Pitan penalti, calienta el tirapenaltis, se hace el cambio, mete el penalti, y se hace otro cambio. Quizá habría que contratar dos, por si se lesiona el titular. Otra es que Aitor Lazarrabal acuda al palco con la ropa de corto por debajo del traje y con unas botas ocultas en la funda del ordenador portátil. Pitan penalti, baja al césped, cambio, penalty transformado y cambio de nuevo.

llorente y Bielsa, según Asier (para Deia)

Llorente y Bielsa, según Asier (para Deia)

Ustedes dirán lo que quieran pero cualquiera de estas opciones es mejor que acostumbrarse a tirar fuera un penal de cada dos. Cosa que no solo merma puntos, sino que genera mal ambiente en el vestuario. Con este hábito de fallarlos e ir rotando lanzadores, se pierde jerarquía y puede llegar a ocurrir que, señalada la falta máxima, los jugadores rojiblancos se enzarcen en una pelea monumental por ver quien la tira, incluyendose entre los candidatos el utillero y el portero suplente. Esto no puede ser y requiere lo mismo que la cadera del Rey: una solución.

El segundo murmullo recupera en San Mamés es el de las faltas laterales. Ya no ocurre tanto en los saques de esquina, quizá porque los defensas centrales actuales no sean tan rematadores, pero en las faltas laterales si. Incluso diría que se trata de un murmullo relajado, más que un murmullo expectante. Si, pitada la falta lateral, los aficionados suelen empezar a echar mano de la bota de vino, el tabaco, la carraca o lo que sea con lo que celebren los goles. Se han dado casos de forofos que han gritado goooool al ser señalada la falta y ha empezado a abrazarse a sus compañeros de localidad cuando aún se estaba preparando la barrera del equipo visitante.

Infalible
Porque lo que suele suceder a continuación es una especie de sucesión fatal de hechos. El lanzador rojiblanco coloca la pelota en el punto con ternura mientras al borde del área pequeña todo el mundo se agarra, se bloquea y se empuja como si aquello fuera la salida de canapés de un lunch en un centro de jubilados. No hay piedad.

El Athletic crece (Asier, en Deia)

El Athletic crece (Asier, en Deia)

Todo el mundo en el campo sabe que la pelota ira fuerte y parabólica hacia esa frontera del área pequeña: lo sabe el portero, los defensas, el entrenador, el preparador físico, la madre del portero, la novia del portero, el agente inmobiliario de ese portero también lo sabe. Y lo saben los clientes del bar Ton-Kin de Shangay, que siguen el partido por internet. Lo sabe Kiko Rivera, que acaba de amanecer y sigue el partido por no cambiar el canal con el mando a distancia. Lo saben las gaviotas que están paradas sobre el arco de San Mamés. Y todos saben que Fernando Llorente rematará. Es una especie de suceso inexorable, como el fogonazo que sigue al trueno.

El balón vuela, Fernando remata, en ocasiones solo y la mayoría de las veces con alguien subido a la espalda. A veces el balón entra, otras se produce un rechace que da origen a un segundo remate o a un córner o a otra jugada. En el peor de los casos, el árbitro pita penalti.

Pero de eso ya hemos hablado.

Carreño y Castaño o “El Síndrome de Gelsenkirchen”

Antes de que pasaran 24 horas ya se habían publicado los primeros estudios serios sobre lo que se conoce en estos momentos como “El Síndrome de Gelsenkirchen”. Los sicólogos sociales Karl Ymotcho, Jim Tonic y Jony Walker, de la universidad de Nevada – Las Vergas, colgaron inmediatamente en su perfil de tuenti las primeras hipótesis sobre lo que pudo afectar a los comentaristas de Tele 5 durante la retransmisión del Schalke – Athletic de Europa League.

Según se desprende del citado trabajo científico, el Síndrome de Gelsenkirchen es una variante del Síndrome de Estocolmo. Ya saben, esa perversión psicológica por la que una persona secuestrada termina identificándose con su raptor y lo defiende.

Raúl, delantero del Shalke y anteriormente de un club de la liga española, gún Asier

Raúl, delantero del Schalke y anteriormente de un club de la liga española, en una viñeta de Asier

Manu Carreño y Juanma Castaño debieron verse afectados por lo que, gracias a ellos, todo el mundo llama ya el Síndrome de Gelsenkirchen. Algo mucho más agradable que “Mal de Cacas” que es como la comunidad científica denominó inicialmente a este conjunto de síntomas uniendo sendas primeras sílabas de los apellidos de ambos pacientes.

Los síntomas

Describamos la patología. Tele 5 transmite, en principio, para España. El Athletic de Bilbao se integra desde hace más de un siglo en la primera división de la liga española. El Schalke no. El Schalke forma parte de la Bundesliga, la mayoría de sus seguidores y simpatizantes hablan alemán y ven teles alemanas. Los dos equipos ofrecen una colosal exhibición de fútbol en tierras germanas en los cuartos de final de la Europa League.

El Athletic realiza un enorme partido frente al actual tercer clasificado de una de las más potentes ligas europeas y vigente semifinalista de la Champions. Sin embargo, durante alrededor de 20 minutos, quizá más, los dos comentaristas trasmiten una a duras penas disimulada propensión a que el Schalke logre un tercer gol. Escuchando la televisión, el hat trick de Raúl se vuelve verosímil en cada aproximación del Schalke a la portería de Iraizoz, todo lo que hace el club alemán es eficaz y peligroso y no hay duda de que el Athletic se desmorona.

Si en un bar de Renania hubieran estado retransmitiendo el partido con el sonido de estos comentaristas, nadie hubiera negado de que se trataba de dos animadores del Schalke que hablaban otro idioma. A nuestros locutores les abdujo Raúl, en lo que se conocerá como Síndrome de Gelsenkirchen, o bien fueron víctimas de un afloramiento irreprimible de madridismo puro.

Por suerte, De Marcos y Muniain les vacunaron y sólo les duró esos 20 minutos. Aunque el síndrome de Gelsenkirchen se volvió a apoderar de Juanma Castaño cuando, al final del partido, se dirigió a Fernando Llorente y le preguntó por los dos goles de Raúl. Cuando el propio Llorente había logrado otros dos. Y en campo ajeno.

Para el próximo partido, por favor, que se tomen un hiporaulítico que prevenga el síndrome, que no es contagioso, pero si muy molesto.

El Athletic no puede ir de “miranda” a Anduva

La competición del KO regresa a Miranda el próximo martes. Aún hoy estarán llegando a la desembocadura del Ebro, cerca de Barcelona, los matasuegras, vasos de plástico, serpentinas y demás elementos festivos que cayeron al río en Miranda cuando la ciudad entera se puso a celebrar la eliminación del Espanyol. Entre los papelitos arrugados que la corriente se lleva está parte del prestigio de Mauricio Pochetino, un técnico que asombra en liga con la plantilla que tiene.

Un grupo de chicos pelopincho que no fue suficiente para ahogar al Mirandés. Los locales se vengaron en el minuto 92 del partido de vuelta de los tres goles finales del encuentro de ida. Lo hicieron jugando a ese fútbol mezcla de directo y combinativo que se ha sacado de la manga Carlos Pousso, un experto apretando tuercas y ajustando tornillos. El Mirandés resulta serio en defensa, expeditivo en la medular y variado en ataque. Es un mal cliente se lo mire por donde se lo mire. Y una buena metáfora de nuestra sociedad actual: son un colectivo de trabajadores que cifran muchas de sus esperanzas en las especulaciones de un bancario, su estrella Pablo Infante.

De la web http://www.desde1927.com/

Pablo Infante, estrella del videojuego FIFA 2012, según la web http://www.desde1927.com/

El Athletic, que despenó a un Mallorca que terminó tan desesperado de no poder marcar que optó por meterse un gol en propia puerta, no lo tendrá fácil ni en Anduva ni en San Mamés.En el campo rival los rojiblancos podrán estar de cualquier forma menos de miranda. Los locales casi no han perdido partidos en casa, meten la pierna y saben qué hacer con la pelota. Allí el grande son ellos. Y el del martes es el partido que se escribirá con mayúsculas en la historia del Mirandés. Para alguien de Miranda la gloria debe ser algo muy parecido a disfrutar de la victoria en ese choque y luego pasárselo por el morro a las legiones de bilbaínos que se acercan en verano e invierno a Miranda. Lo que llevan de Copa ya se lo pueden pasar a los de Burgos capital y hasta a los de Valladolid. Y se encuentran a 90 minutos de lograrlo también con los de Bilbao, ocurra lo que ocurra en San Mamés una semana después.

Explosión demográfrica

Un buen resultado local acarrearía efectos inesperados. La consabida explosión demográfica dentro de 9 meses, quedándose embarazas incluso esposas de señores con problemas de erección, impotencia y esterilidad, superioras de conventos, vacas de las lecherías y alguna oveja churra. Dentro de varías décadas se comprobaría también el incremento de la esperanza media de vida de los mirandeses. Alrededor de media docena de años de prolongación en personas que ahora cuentan entre 15 y 65 años. Estos son los efectos benéficos y salutíferos de un buen  resultado del Mirandés en Anduva frente al Athletic, que se vería equilibrado por una serie de muertes en personas muy mayores la misma noche del partido. Ancianos y ancianas fallecerían de satisfacción, con una sonrisa en la boca, al no quedarles ya nada más que esperar en esta vida.

Los rojiblancos, con Bielsa a la cabeza, deben ser conscientes de todo esto y actuar con responsabilidad, acudiendo a Anduva de cualquier manera, menos de miranda. A nadie le gustaría ser culpable, aunque sea indirecto, de la muerte de ancianos, por muy felices que se vayan al otro barrio coreando el himno del Mirandés.

Ellos verán.

Vera, el “traburko” de Caparrós

Con Urko Vera en el campo el Athlétic se arma con un trabuco. Lo comprobaron en Getafe. Eso exige disparar muy de cerca y sin remilgos. Pero tampoco es preciso apuntar. Hay que llevar el balón a empujones hasta el área y lanzarlo alto, no se necesita precisión. Fernando Llorente y Javi Martínez hacen tanto daño en el área rival que el balón termina entrando. En ocasiones casi por iniciativa propia, suplicando el cuero que no le den más cabezazos, que ya le han arreado bastantes. Otras veces son los propios rivales quienes se hacen un autogol como pidiendo clemencia, rogando que baje el nivel de correteo y empujón.

Joaquín Caparrós, reflexionando en el banquillo si sacar el traburko o no. No le quedan chicles y el resultado pinta mal.

Joaquín Caparrós, reflexionando en el banquillo si sacar el traburko o no. No le quedan chicles y el resultado pinta mal.

Soltar a Urko Vera sobre el césped sin retirar a Llorente supone destilar hasta el máximo la quintaesencia del fútbol elemental. Vera es capaz de liarse a empellones con los postes de la portería rival y de hacerse sitio entre una manada de elefantes que quisiera despejar un balón lateral. Si le arrojan un yunque a media altura, se lanzará en plancha con tal de que el yunque traspase la línea mágica. “Vivo del gol” , aseguró, pronunciando una frase que es toda una declaración de principios.

Vera y Llorente convierten el ataque del Athlétic en un trabuco. Los más finolis achacarán que prefieren un rifle de precisión, un fusil damasquinado de los que manufacturaban en Eibar, o un moderno subfusil de asalto. Pero llegada la hora del cuerpo a cuerpo, cuando la cosa se ha puesto peluda y el barro sustituye a la caballerosidad, no hay nada como un trabuco.

Fue el delantero de Txurdinaga quien despenó al Getafe rematando un balón llovido desde el córner, con la versión atacante de Gorka Iraizoz subido a la chepa, sin saltar, encogiéndose…pero mandando el cuero picado a la base del poste. En el minuto 94, en la única pelota que tocó con claridad. Los madrileños no pudieron desactivar un córner. Tampoco es extraño cuando el rival blande un trabuco en el fragor del área.

Urko Vera es la antítesis de Fernando Llorente. A pesar de que la altura y el peso son casi idénticos nada tienen en común salvo el gol y la camiseta. Llorente es un mocetón rubio y de ojos azules que podría pasar por un estudiante de Oxford. Fernando ha vivido siempre en la élite, con su tremenda exigencia, pero también con sus ventajas. Es el deseado, un cabeceador terrible que, además, juega de espladas como pocos y que es capaz de dibujar filigranas sobre la línea de fondo. Internacional, campeón del mundo.

A Urko no le esperaba nadie. Ha venido solo. Es un rematador que corre hasta la desesperación. Toquero en versión XL. Con el pelo casi rapado, los tatuajes y la dentadura irregular podría salir de una mina de Gales, de un bar de los suburbios de Brisbane o ser el defensa central del Celtic de Glasgow. Te lo podías encontrar en un gimnasio de Durban o entre la policía antidisturbios de Wisconsin. En cualquier caso, no parece un buen cliente.

Urko Vera celebra con delicadeza el gol que consiguió ante el Getafe

Urko Vera celebra con delicadeza el gol que consiguió ante el Getafe

Llorente celebra sus goles con satisfacción, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba. A Vera, con el puño cerrado en alto, se le adivina una mezcla de rabia y alegría. Mucha alegría. Y mucha rabia.

Lo mejor para Caparrós es que ambos hacen que el Athlétic tenga un trabuco dentro del área, cargado con  muchos kilos de músculo, un montón de centímetros, paladas de clase y también hambre de gloria.

Oigan, que los finolis dirán lo que quieran, pero un trabuco acojona.

En Lezama aprenden inglés gracias a Fernando Llorente

El alguacil de Lezama y una compañera pasean con sus nuevos uniformes por una de las típicas calles de esa localidad del Txoriherri

El alguacil de Lezama y una compañera pasean con sus nuevos uniformes por una de las típicas calles de esa localidad del Txoriherri

El alguacil de Lezama ha tenido que aprender inglés.El hombre, cansado de que aterricen en el Ayuntamiento de esa localidad del Txoriherri tipos de mofletes colorados y corbatas de dudosa estética, a juego con sus esposas, preguntando por Fernadou Lorentei en un inglés probablemente mucho mejor que el del recordado Howard Kendall pero un castellano increíblemente peor, ha optado por un curso.

El alguacil, humano a pesar de su condición de funcionario, no dio importancia a la primera media docena de extraviados ingleses que preguntaban por Fernandou Lorentei en Lezama, pero a medida que la afluencia se ha incrementado, ha pedido formación específica para poder atender a los turistas. Eso es lo segundo que ha hecho, lo primero a sido pedir un crédito para montar un restaurante en Lezama para el que ya tiene rótulo:  Fernadou Lorentei’s Corner.

Un directivo de un club de la Premier a su llegada a La Paloma, preguntando por Lezama y Fernandou Lorentei

Un directivo de un club de la Premier, y su esposa, llegan a La Paloma, preguntando por Lezama y Fernandou Lorentei

Sin embargo, lo que parecen simples turistas británicos, o sea, personas que comen los txipirones en su tinta sobre una tostada de pan con mermelada de frambuesa y que beben patxaran con Fanta de naranja como si fuera una medicina contra la gripe, no lo son. Se trata de ojeadores y directivos de equipos de la premier que vienen a tentar a Fernando Llorente.

A estos les da igual que el euskocés Fernando García Macua haya dicho que tienen que venir dispuestos a soltar el “taco” y a escuchar los tacos.

El alguacil de Lezama ha tenido que aprender inglés. El hombre, cansado de que aterricen en el Ayuntamiento de esa localidad del Txoriherri tipos de mofletes colorados y corbatas de dudosa estética, a juego con sus esposas, preguntando por “Fernadou Lorentei” en un inglés probablemente mucho mejor que el del recordado Howard Kendall pero un castellano increíblemente peor, ha optado por un curso.

El alguacil, humano a pesar de su condición de funcionario, no dio importancia a la primera media docena de extraviados ingleses que preguntaban por Fernandou Lorentei en Lezama, pero a medida que la afluencia se ha incrementado, ha pedido formación específica para poder atender a los turistas. Eso es lo segundo que ha hecho, lo primero a sido pedir un crédito para montar un restaurante en Lezama para el que ya tiene rótulo: Fernadou Lorentei’s Corner.

Sin embargo, lo que parecen simples turistas británicos, o sea, personas que comen los txipirones en su tinta sobre una tostada de pan con mermelada de frambuesa y que beben patxarán con kas de naranja como si fuera una medicina contra la gripe, no lo son. Se trata de ojeadores y directivos de equipos de la premier que vienen a tentar a Fernando Llorente.

A estos les da igual que el euskocés Fernando García MacCuá haya dicho que tienen que venir dispuestos a soltar el “taco” y a escuchar los tacos. Nada, los británic9os permanecen inasequibles al desaliento. Y cada vez son más. Ya hay algún caserío dedicado al turismo rural que tienen seañalización únicamente en inglés y ahora se llaman “The Farm” y así. Los hosteleros de Lezama están encantados. “Comen las cosas sin descongelar ni nada y hay alguno que se ha bebido una jarra llena de fayri… y ha pedido más. Además, son buenos pagadores” confesó una empresaria local. El Ayuntamiento ya ha sacado un bando obligando a los vecinos de Lezama a andar por las calles con sandalias y calcetines. “Para que los ingleses se sientan como en casa” han argumentado fuentes municipales. La empresaria citada anteriormente ha anunciado hasta la “happy hour”, lo que viene a suponer dos jarras de mistol por el precio de una. “Las compro en el Carrefur” se ha excusado la hostelera.

Así están las cosas. Ha pasado la furia del Madrid por Llorente y ha llegado la de la Premier. Mucho más peligrosa y real que la del club de Florentino. Hay que agradecer que Abrahamovich, el dueño del Chelsea, haya contratado a Torres, porque este es uno de los que anda sobrado de taco y a quien los tacos le importan poco, por que él los suelta más alto. Y en ruso…que acojona un huevo. Un taco en ruso suena como a declaración de guerra nuclear. Si, esa es una de las consecuencias de la Guerra Fría.

La otra debe ser el tradicional pánico de las inglesas a la depilación. Pero ese es un tema al que ya están estudiando poner remedio en Lezama. Está a punto de nacer el turismo depilatorio. Y todo gracias al buen juego de Fernando Llorente. Increíble. Espérate a que la premier descubra a Toquero!

Nada, los británicos permanecen inasequibles al desaliento. Y cada vez son más. Ya hay algún caserío dedicado al turismo rural que tienen seañalización únicamente en inglés y ahora se llaman “The Farm” y así. Los hosteleros de Lezama están encantados. “Comen las cosas sin descongelar ni nada y hay alguno que se ha bebido una jarra llena de Fayri… y ha pedido más. Además, son buenos pagadores” confesó una empresaria local. El Ayuntamiento ya ha sacado un bando obligando a los vecinos de Lezama a andar por las calles con sandalias y calcetines. “Para que los ingleses se sientan como en casa” han argumentado fuentes municipales. La empresaria citada anteriormente ha anunciado hasta la “happy hour”, lo que viene a suponer dos jarras de mistol por el precio de una. “Las compro en el Carrefur” se ha excusado la hostelera.

Así están las cosas. Ha pasado la furia del Madrid por Llorente y ha llegado la de la Premier. Mucho más peligrosa y real que la del club de Florentino. Hay que agradecer que Abrahamovich, el dueño del Chelsea, haya contratado a Torres, porque este es uno de los que anda sobrado de taco y a quien los tacos le importan poco, por que él los suelta más alto. Y en ruso…que acojona un huevo. Un taco en ruso suena como a declaración de guerra nuclear. Si, esa es una de las consecuencias de la Guerra Fría.

La otra debe ser el tradicional pánico de las inglesas a la depilación. Pero ese es un tema al que ya están estudiando poner remedio en Lezama. Está a punto de nacer el turismo depilatorio. Y todo gracias al buen juego de Fernando Llorente. Increíble. ¡Espérate a que la Premier descubra a Toquero!

Llorente (y Shakira) le rompen la cintura a Piqué

El pasado viernes telefoneé a Shakira haciéndome pasar por la Bruja Tere, la inventora del esoterismo (de “has adivinado eso Tereee“), para convencer a la cantante colombiana de que el éxito de su próximo disco dependía de que tuviera una gran noche de amor entre el sábado y el domingo.

Recurrí a esta estratagema porque supuse que una de las opciones de éxito del Athlétic en Barcelona ayer pasaba porque que Fernando Llorente se impusiera a Gerard Piqué. Como todo el mundo sabe Shakira y Piqué viven a un intenso idilio cuya materialización ha sido responsable de alguno de los derrumbes que han padecido en Barcelona los túneles del AVE. Por las vibraciones. Las autoridades eclesiásticas han rogado a la famosa pareja que no se deje llevar por la pasión carnal a menos de 500 metros de las obras de la Sagrada Familia. Ya han caído cascotes. Iñaki Azkuna sospecha que los últimos desprendimientos en fachadas de Bilbao tienen que ver con que Shaki y Piqué se refugian en cierto hotel del botxo para huir de los paparazzis. Esto es sólo una suposición.

Llorente indicando a Piqué dónde llevaba un chupón del tamaño de una moneda de 2 euros.

Llorente indicando a Piqué dónde llevaba un chupón del tamaño de una moneda de 2 euros.

Lo cierto es que Piqué debió pasar una noche movidita, porque el extraordinario central barcelonista se plantó en el campo convertido en puritita crema catalana: blando, temblón, dulce y medio quemado. Primero Llorente y luego Toquero le sacaron los colores, las tarjetas y las ocasiones de gol.

Es posible que la responsabilidad sea en parte del propio Piqué, superado seguramente por unos movimientos que incluso un veterano como el mismísimo Carles Puyol tendría problemas para fijar. Me refiero los de Shakira, no a los de Llorente. Pero un buen porcentaje de la exposición que ayer padeció Piqué debemos apuntársela al inventor del fútbol, al descubridor de la esfericidad de la pelota, a ese ente perfecto mezcla de dalai lama y Jordi Culé que es Pep Guardiola. El técnico del Barsa quiso jugar con 12 futbolistas contra el Athlétic, situando a Sergio Busquets en una posición cuántica: centrocampista ancla con el balón, defensa central sin él. Incrustar a un centrocampista entre los centrales en fase defensiva es algo a lo que muchos entrenadores recurren. Pero en un planteamiento en el que ya hay dos centrales. Guardiola quiso inventar ayer la defensa de un central, porque Dani Alves defiende menos que la madre Teresa de Calcuta y Abidal tenía la orden de subir por la banda izquierda en plan Rufi Etxebarria.

Con las cosas así, Fernando Llorente remató el único balón claro que tuvo de cabeza obligando a Pinto a volar y luego enseñó todas las costuras de Piqué en un uno contra uno que habrán visto hasta en las teles de Bhután y que pudo terminar en gol de Susaeta. Después, Busquets, fuera de posición, y de si mismo, hizo penalti.

A Guardiola la tontería le duró 45 minutos y en el segundo tiempo decidió inventar la defensa de cuatro. Algo revolucionario: dos jugadores de banda y dos centrales. Con eso estabilizó un encuentro que había llevado al presidente Rosell a una presión arterial tan alta que le estaba separando las orejas del cráneo.

El Athlétic manufacturó un gran partido. Y tuvo la opción clara de sacar puntos del coliseo azulgrana. Lástima que a Shakira no le gusten los bajitos. Podría decidirse por probar con Messi. O con Iniesta. La liga se animaría mucho más. Y el vestuario culé también.

La soledad de San Mamés ante el penalti (a favor)

El Athlétic tenía el partido donde quería.

La grada de San Mamés empujaba como siempre, el balón volaba más que rodaba, como gusta a los rojiblancos, la presión rojiblanca enmarañaba los movimientos del Getafe. Todo pintaba bien hasta que sucedió lo temido. El peor de los sueños se materializó. Quien les habla se lo cuenta de primera mano porque estuvo allí. Y, de verdad, para cortar la tensión que flotaba en el aire hubiera sido poco un cuchillo. Hubiera hecho falta una motosierra.

Habrá personas inocentes que crean que me refiero a la expulsión de Orbaiz en el minuto 38. Se equivocan. La patada de Orbaiz en los blandos de Cortés, un hombre que nunca más pedirá huevos a la plancha en un restaurante, fue lo de menos. Los de Caparrós están tan acostumbrados a jugar con 10, ya sea por expulsión o por incapacidad transitoria de alguno de los que se encuentra sobre el campo, que hasta van más desahogados con uno menos. Parece que así encuentran más espacios y se aturullan con menor frecuencia.

Caparrós señala a un voluntario entre el público que estaba dispuesto a lanzar el penalti

Caparrós señala a un voluntario entre el público que estaba dispuesto a lanzar el penalti

Qué va. Hablo del penalti. Cuando el defensa del Getafe llamado Torres sujetó a Susaeta dentro del área de los madrileños y el eibarrés se dejó caer, se detuvo el tiempo sobre San Mamés. Las nubes se congelaron sobre el arco, y los puros que se quemaban en los palcos se apagaron. Javi Martínez, quizá fue él, se agarró la cabeza y se dirigió corriendo hacia Susaeta gritando un “pero qué has hecho” desgarrado. Los rojiblancos se arremolinaron en torno a Pérez Burrull suplicando que no pitara la pena máxima. “Se ha tropezado” susurraba Gurpegui. “Torres iba claramente al balón” repetía Iraizoz una y otra vez. Fernando Llorente vagaba dentro del área con los ojos en blanco.

Ahí fue cunado los del Getafe jugaron sus bazas. Recriminaron a Torres por la falta alevosa que había cometido e incluso solicitaron una y otra vez a Pérez Burrull que le sacara la roja. “Estaba dentro del área y era una ocasión clara de gol” insistió Casquero fuera de si.

Y el trencilla cántabro señaló el punto fatídico para el Athlétic. El arco de empezó a crujir. Del busto de Pichichi manaron unas lágrimas sanguinolentas. Una de las guardas de seguridad se convirtió en estatua de sal. Fernando Llorente, con el gaznate mas seco que el mueble bar de Paul Gascoigne, puso el balón sobre el punto. Se alejó como quien camina hacia un patíbulo. Cerró los ojos y golpeó al balón. La bola entró, que diría MacEnroe.

San Mamés se quitó de encima la tensión del maleficio del penalti. Las nubes siguieron corriendo, los puros volvieron a arder y la guarda de seguridad recuperó su carnalidad. La estatua de Pichichi sonreía.

Pero la alegría fue tan grande, el relax de tal calibre…que el Athlétic perdió contra 10 los dos puntos que había conseguido con un jugador menos. Y lo hizo en 10 minutos de juego.

El Getafe supó desde que vio oscilar a Susaeta en su área que el penalti le costaría la victoria al Athlétic. Que alguien hable ya con Aramís Fuster, por favor. Hable con ella.