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Piqué luce Mango

¡Qué diferentes nos hace la fama! Estudiemos los casos de Piqué y Koikili para valorarlo en su justa medida.

En esta foto de canalathlétic.com, Koikili Lertxundi haciendo méritos para lo de Mango

En esta foto de canalathlétic.com, Koikili Lertxundi haciendo méritos para lo de Mango

El central del Barcelona cobrará por Mango. No se escandalicen, es una marca de ropa. Nada tiene que ver con Shakira ni es que ha dejado el fútbol y se ha lanzado definitivamente al proceloso mar de los gigolos. Se trata de que la marca Mango ha elegido a Piqué para protagonizar sus dos próximos catálogos. Según la empresa, el futbolista encarna los valores que representa Mango: independencia, decisión, etcétera. Los mangantes, o sea, los directivos de la multinacional, no vieron el partido del domingo, claro. Piqué iba que arrastraba la marca de ropa. Ya comentamos que fue lo más parecido a la crema catalana: blando, vacilante, edulcorado y bastante quemado.

Otra cosa es que la gente de Mango haya decido aprovechar la ola de relevancia pública que se le viene encima a Piqué durante los próximos meses. Y para eso da lo mismo que le parta la pierna a Messi en un entrenamiento, se meta doce goles en propia puerta o le regatee Ironside. Esa relevancia pública es la que a Mango le viene bien y tiene que ver con Shakira. Así es. Quizá el defensa internacional se de cuenta dentro de unos años que quien a mango mata, a mango muere. Pero eso es otro cantar. De momento, la fama le va a más.

Todo lo contrario se puede afirmar de Koikili Lertxundi, lateral izquierdo del Athlétic. Koi es un tipo con vocación de motoazada de la banda y que parece un gran tipo. De él se pueden decir muchas cosas, entre otras que seguro que se le daría mejor inmovilizar a Shakira que a Piqué, debido a su preparación en lucha grecorromana. Por eso, por su conocimiento de numerosas llaves, a menudo ejerce como defensa de cierre en el Athlétic. Pues si a Piqué no paran de sacarle en todo tipo de publicaciones…a Koikili le borran. Es lo que tiene la humildad.

No es Koikili con el pelo cardado, es Dani Diges, pero ¿quién sabe?

No es Koikili con el pelo cardado, es Dani Diges, pero ¿quién sabe?

Si, lo hizo el diario As del pasado lunes, oigan. Increíble. Los compañeros de As se cascaron una infografía del primer gol del Barcelona al Athlétic y, en el pase de Xavi a Dani Alves, en el que el brasileño habitaba la frontera del fuera juego, los de As borraron a Koi. Ahí, con un par. El de Otxandiano era quien cerraba, por lo de las llaves, así que la imagen del fuera de juego de Alves es escandalosa. Koikili, un tipo trabajador y sin vanidad, a lo mejor no toma medidas, pero el Athlétic y Petronor debieran cargar contra As. ¿Qué es eso de borrar camisetas y publicidades, hombre por Dios?

Lo lógico es que los de As, si querían evidenciar que el Barcelona ganó por un gol en fuera de juego, en lugar de borrar a Koi debieran haber duplicado a Piqué poniéndolo junto a Gorka Iraizoz. El efecto hubiera sido el mismo, el ridículo también, pero no hubieran hecho de menos a nadie.

Ya ven a que conduce la fama. A estas diferencias, por ejemplo, entre Piqué y Koikili. Que digo yo que Koi hace buena pareja con Anne Igartiburu. Debiera intentarlo, aunque sea sólo para que no le borren de las fotos.

Llorente (y Shakira) le rompen la cintura a Piqué

El pasado viernes telefoneé a Shakira haciéndome pasar por la Bruja Tere, la inventora del esoterismo (de “has adivinado eso Tereee“), para convencer a la cantante colombiana de que el éxito de su próximo disco dependía de que tuviera una gran noche de amor entre el sábado y el domingo.

Recurrí a esta estratagema porque supuse que una de las opciones de éxito del Athlétic en Barcelona ayer pasaba porque que Fernando Llorente se impusiera a Gerard Piqué. Como todo el mundo sabe Shakira y Piqué viven a un intenso idilio cuya materialización ha sido responsable de alguno de los derrumbes que han padecido en Barcelona los túneles del AVE. Por las vibraciones. Las autoridades eclesiásticas han rogado a la famosa pareja que no se deje llevar por la pasión carnal a menos de 500 metros de las obras de la Sagrada Familia. Ya han caído cascotes. Iñaki Azkuna sospecha que los últimos desprendimientos en fachadas de Bilbao tienen que ver con que Shaki y Piqué se refugian en cierto hotel del botxo para huir de los paparazzis. Esto es sólo una suposición.

Llorente indicando a Piqué dónde llevaba un chupón del tamaño de una moneda de 2 euros.

Llorente indicando a Piqué dónde llevaba un chupón del tamaño de una moneda de 2 euros.

Lo cierto es que Piqué debió pasar una noche movidita, porque el extraordinario central barcelonista se plantó en el campo convertido en puritita crema catalana: blando, temblón, dulce y medio quemado. Primero Llorente y luego Toquero le sacaron los colores, las tarjetas y las ocasiones de gol.

Es posible que la responsabilidad sea en parte del propio Piqué, superado seguramente por unos movimientos que incluso un veterano como el mismísimo Carles Puyol tendría problemas para fijar. Me refiero los de Shakira, no a los de Llorente. Pero un buen porcentaje de la exposición que ayer padeció Piqué debemos apuntársela al inventor del fútbol, al descubridor de la esfericidad de la pelota, a ese ente perfecto mezcla de dalai lama y Jordi Culé que es Pep Guardiola. El técnico del Barsa quiso jugar con 12 futbolistas contra el Athlétic, situando a Sergio Busquets en una posición cuántica: centrocampista ancla con el balón, defensa central sin él. Incrustar a un centrocampista entre los centrales en fase defensiva es algo a lo que muchos entrenadores recurren. Pero en un planteamiento en el que ya hay dos centrales. Guardiola quiso inventar ayer la defensa de un central, porque Dani Alves defiende menos que la madre Teresa de Calcuta y Abidal tenía la orden de subir por la banda izquierda en plan Rufi Etxebarria.

Con las cosas así, Fernando Llorente remató el único balón claro que tuvo de cabeza obligando a Pinto a volar y luego enseñó todas las costuras de Piqué en un uno contra uno que habrán visto hasta en las teles de Bhután y que pudo terminar en gol de Susaeta. Después, Busquets, fuera de posición, y de si mismo, hizo penalti.

A Guardiola la tontería le duró 45 minutos y en el segundo tiempo decidió inventar la defensa de cuatro. Algo revolucionario: dos jugadores de banda y dos centrales. Con eso estabilizó un encuentro que había llevado al presidente Rosell a una presión arterial tan alta que le estaba separando las orejas del cráneo.

El Athlétic manufacturó un gran partido. Y tuvo la opción clara de sacar puntos del coliseo azulgrana. Lástima que a Shakira no le gusten los bajitos. Podría decidirse por probar con Messi. O con Iniesta. La liga se animaría mucho más. Y el vestuario culé también.