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El mejor gol de CR7 lo había metido antes Toquero

El pasado domingo se abrieron los cielos sobre Vallecas para que pudiera descender el hijo del Dios del Fútbol hecho carne y gomina y lograra el gol de goles.

Eso creía yo al menos cuando me despertó el estallido de pitidos de teléfonos, ordenadores, radios y televisiones. Ya se que con la Reforma Laboral me pueden echar por menos, pero, oigan, estaba medio dormida en la redacción de deportes, tratando de recuperarme del tute del fin de semana de la NBA y su partido de las estrellas. Ver tanto hombretón pegando saltos me quita el sueño, me dormí a las mil y luego me despertaron para ver el partido del vermú de Villareal. Así que por la tarde no sabía en que uso horario me encontraba. Estaba más desorientada que el sastre de Falete.

El gol de su vida

Al despertar de golpe me ocurrió lo mismo que al socio de Urdangarín: me empecé a sentir culpable de todo. Me invadieron la sed y el desosiego. Para la sed tiré de mueble-bar. Para el desosiego me puse a mirar lo que había sucedido. Los teletipos se repetían: Cristiano Ronaldo logra el gol de su vida. Espectáculo de Cristiano Ronaldo en Vallecas. Apoteosis del gol. El portugués logra lo imposible. Los animadores de los carruseles deportivos de todas las cadenas seguían vociferando que el delantero del Madrid había salvado la distancia de los merengues con un tanto irrepetible, la quintaesencia, el novamás, gloria pura, oro molido…Qué se yo.

Viñeta de Asier sobre el gol de Toquero (En Deia)

Viñeta de Asier sobre el gol de Toquero (En Deia)

Para entonces tenía el teléfono plagado de sms y wasaps que me habían llegado a cientos desde todos los lugares del mundo, incluidos Andorra y Berriatúa. Tienes que ver el gol, qué pasada, grande Ronaldo, esto no lo hace Messi, qué tal si quedamos el próximo sábado, reina?…No, este último se me ha colado. Bueno, todo eso me ocurrió con el famoso partido de Vallecas entre los locales y el Real Madrid.

Así que, ni corta ni perezosa, busqué un canal en el que repitieran el gol de las narices. Hablando de narices, me alegro que Zurutuza haya vuelto ya a los campos en plan Belén Esteban, con nariz nueva…Por cierto ¿a que no saben en que tele estaban dando el gol? Exactamente, en todas. Desde Al Jaziira hasta la pública noruega, que cortó un interesante reality show basado en el apasionante deporte del curling para emitir la obra de arte de Cristiano Ronaldo.

La verdad es que me dejó con la boca abierta. Es un tanto que necesita imaginación, técnica y osadía. Se produce un rechace dentro del área, el balón supera al delantero mientras se aleja de la portería, Cristiano corre hacia el esférico, lo adelanta y se saca un taconazo que sorprende a todo el mundo. Impresionante.

Pero lo más impresionante de todo es que es clavado, incluso algo más sencillo porque el balón rueda limpiamente en lugar de dar botecitos, clavado digo, a otro que logró Gaizka Toquero hace unas pocas semanas. Vamos a ver, ahora resulta que el mejor gol de la vida de una megaestrella del universo balompie como Cristiano Ronaldo, lo había echo antes un proletario del balón como Toquero.

Qué cosas tiene el fútbol. ¿Eh? Pues me alegró la tarde. Lástima que Gaizka no tenga qué engominarse.

Vera, el “traburko” de Caparrós

Con Urko Vera en el campo el Athlétic se arma con un trabuco. Lo comprobaron en Getafe. Eso exige disparar muy de cerca y sin remilgos. Pero tampoco es preciso apuntar. Hay que llevar el balón a empujones hasta el área y lanzarlo alto, no se necesita precisión. Fernando Llorente y Javi Martínez hacen tanto daño en el área rival que el balón termina entrando. En ocasiones casi por iniciativa propia, suplicando el cuero que no le den más cabezazos, que ya le han arreado bastantes. Otras veces son los propios rivales quienes se hacen un autogol como pidiendo clemencia, rogando que baje el nivel de correteo y empujón.

Joaquín Caparrós, reflexionando en el banquillo si sacar el traburko o no. No le quedan chicles y el resultado pinta mal.

Joaquín Caparrós, reflexionando en el banquillo si sacar el traburko o no. No le quedan chicles y el resultado pinta mal.

Soltar a Urko Vera sobre el césped sin retirar a Llorente supone destilar hasta el máximo la quintaesencia del fútbol elemental. Vera es capaz de liarse a empellones con los postes de la portería rival y de hacerse sitio entre una manada de elefantes que quisiera despejar un balón lateral. Si le arrojan un yunque a media altura, se lanzará en plancha con tal de que el yunque traspase la línea mágica. “Vivo del gol” , aseguró, pronunciando una frase que es toda una declaración de principios.

Vera y Llorente convierten el ataque del Athlétic en un trabuco. Los más finolis achacarán que prefieren un rifle de precisión, un fusil damasquinado de los que manufacturaban en Eibar, o un moderno subfusil de asalto. Pero llegada la hora del cuerpo a cuerpo, cuando la cosa se ha puesto peluda y el barro sustituye a la caballerosidad, no hay nada como un trabuco.

Fue el delantero de Txurdinaga quien despenó al Getafe rematando un balón llovido desde el córner, con la versión atacante de Gorka Iraizoz subido a la chepa, sin saltar, encogiéndose…pero mandando el cuero picado a la base del poste. En el minuto 94, en la única pelota que tocó con claridad. Los madrileños no pudieron desactivar un córner. Tampoco es extraño cuando el rival blande un trabuco en el fragor del área.

Urko Vera es la antítesis de Fernando Llorente. A pesar de que la altura y el peso son casi idénticos nada tienen en común salvo el gol y la camiseta. Llorente es un mocetón rubio y de ojos azules que podría pasar por un estudiante de Oxford. Fernando ha vivido siempre en la élite, con su tremenda exigencia, pero también con sus ventajas. Es el deseado, un cabeceador terrible que, además, juega de espladas como pocos y que es capaz de dibujar filigranas sobre la línea de fondo. Internacional, campeón del mundo.

A Urko no le esperaba nadie. Ha venido solo. Es un rematador que corre hasta la desesperación. Toquero en versión XL. Con el pelo casi rapado, los tatuajes y la dentadura irregular podría salir de una mina de Gales, de un bar de los suburbios de Brisbane o ser el defensa central del Celtic de Glasgow. Te lo podías encontrar en un gimnasio de Durban o entre la policía antidisturbios de Wisconsin. En cualquier caso, no parece un buen cliente.

Urko Vera celebra con delicadeza el gol que consiguió ante el Getafe

Urko Vera celebra con delicadeza el gol que consiguió ante el Getafe

Llorente celebra sus goles con satisfacción, con las manos abiertas y las palmas hacia arriba. A Vera, con el puño cerrado en alto, se le adivina una mezcla de rabia y alegría. Mucha alegría. Y mucha rabia.

Lo mejor para Caparrós es que ambos hacen que el Athlétic tenga un trabuco dentro del área, cargado con  muchos kilos de músculo, un montón de centímetros, paladas de clase y también hambre de gloria.

Oigan, que los finolis dirán lo que quieran, pero un trabuco acojona.