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El Athletic y el síndrome del oro de Múnich

Hay una perita en dulce en el mercado futbolístico en estos momentos: el Athletic. Los de San Mamés son el mirlo blanco, el tío de América, el míster Marshall a quien se da la bienvenida, el genio dentro de una lámpara al que pedir el milagro de los 40 millones de euros.

Sólo  los rojiblancos pueden comprar a estas alturas de la Liga. Y tienen el oro de Múnich. Todo el mundo lo sabe. Hasta el más tonto. No, no pienso señalar a nadie.

El presidente del Athletic, vestido para negociar con el Bayern el traspaso de Javi Martínez (Asier, en DEIA).

El presidente del Athletic, vestido para negociar con el Bayern el traspaso de Javi Martínez (Asier, en DEIA).

Esta situación ha despertado una coyuntura de nerviosismo, de intento de timo al Athletic, que llamaré “el síndrome del oro de Múnich”. Vaya por delante que yo misma he caído víctima de tal síndrome. Hoy, sin ir más lejos, he ido a preguntar un par de cositas a mis fuentes de Ibaigane. Con las prisas he dejado mi flamante Talbot Horizón aparcado en el vado de la sede de los leones. Cuando me iba hacia dentro, salía casualmente un directivo que me ha preguntado amablemente “Oiga,¿ese coche es suyo?”. Claaaro, le he respondido como un rayo. Y se lo vendo por 25 millones de euros. “Era para indicarle que está prohibido estacionar ahí, señora” me ha soltado. Me ha fastidiado muchísimo. Sobre todo lo de “señora”. Habrase visto! Señoritaa. Muy señorita, además. Como mi difunta abuela.

Burbuja euskofutbolística

Dejando a un lado este detalle, queda muy claro cómo se comporta el personal atacado por el síndrome del oro de Múnich: tratando de clavarle la intemerata al Athletic por cualquier cosa. A Josu Urrutia ya le ha sucedido en varias ocasiones al ir al palco de otro club que, cuando por pura cortesía ha preguntado al presidente local por su esposa, este le ha respondido: “Si te interesa, te la quedas por 15 millones”. Es el síndrome. Luego, cuando se dan cuenta de lo que han dicho, rectifican. Pero no lo pueden evitar.

Este mal ha logrado que cualquier futbolista susceptible de ser contratado por los de San Mamés haya subido ligeramente de precio. Nada, un poco… solo alrededor del 150%. Baste decirles que el Gabinete Rajoy está preocupado con este asunto porque puede disparar la inflacción hasta cotas insospechadas.

Urrutia, intentando decidir qué hace con los famoisos 40 millones del Bayern (Asier, en DEIA).

Urrutia, intentando decidir qué hace con los famosos 40 millones del Bayern (Asier, en DEIA).

El tema del oro de Múnich genera una especie de burbuja euskofutbolística. Porque aquellos clubes con jugadores que interesan al Athletic de los 40 millones de euros están tasando a estos deportistas a precios astronómicos, que luego cuentan como activos en su contabilidad y que permiten realizar operaciones de ingeniería financiera. Así, actualmente el club más rico de la Liga BBVA, por encima de Real Madrid y Barcelona, es la Real Sociedad porque todos sus futbolistas valen un huevo de pato. Le siguen Osasuna, Betis, Granada y Málaga. El Arsenal, que cuenta con Arteta, ha multiplicado su cotización en la bolsa de Londres.

Futbolistas que en marzo costaban 1,5 millones de euros, valen en estos momentos 39,5 millones. Es el síndrome del oro de Munich.

Cuando salía esta servidora de Ibaigane, tras haber sondeado a las fuentes, entraba un hombre de aspecto otomano en la sede del Athletic, gordo, bigotudo y con un traje más brillante que las pupilas de Pocholo. Le acompañaba un joven vestido de corto, bajito, amarillento y de ojos rasgados. El del bigote me ha agarrado del hombro: “¿Tú directiva Athletic? ¿Si? Este, Koldo Bereziartu Olasagarre. Gran futbolista. Dale Koldo!!”

Y el chino ha empezado a hacer malabares con un balón a la vez que gritaba: “bai, gorrita zuria, bai, eskerrikasko”. El otomano del traje ha cerrado el show con la frase: “Barato, barato. Este 10 millones de euros. Dos como este 15 millones. Tres, 18 millones. Todos Koldo”. Cuando estaba a punto de darme un mareo, ha aparecido el guarda de seguridad y me ha salvado. Le he pedido un autógrafo, por si era el que paró a Javi Martínez.

En resumidas cuentas, está empezando a ser una furia este síndrome del oro de Múnich ¿no les parece?

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