Vascos en el mundo

Only in New York

Los lunes el diario “The New York Times” publica una sección titulada “Metropolitan Diary” en la que los lectores cuentan conversaciones graciosas que han escuchado en las calles, restaurantes, etc, o situaciones divertidas de las que han sido protagonistas y que han ocurrido en la ciudad.
 

  

Los lunes leo en el metro con devoción esta sección que siempre me hace sonreír y algunas veces reirme a carcajadas, y me acuerdo de algo que me ocurrió a mi que, creo, encajaría a la perfección en esta sección. Recién llegado a Nueva York (aunque quizás fuera alguna de las veces que venía de vacaciones) cogí en Manhattan el metro para ir a Williamsburg, el barrio de Brooklyn en el que sigo viviendo.
 
Era verano, el cielo estaba azul y brillaba el sol. En lugar de coger el metro L, cogí el J, el Z o el M porque cruza por encima del puente que da nombre al barrio, para poder disfrutar de las magníficas vistas de Brooklyn y Manhattan desde el tren.
 
Al llegar a Marcy Avenue, la estación en la que debía bajarme, ésta había cambiado de nombre. Es la primera estación en la que el tren para al llegar a Brooklyn, con lo que no había podido equivocarme. Nada más salir del tren comenzó a llover a jarros y los viajeros abrieron los paraguas que llevaban consigo. Nadie parecía sorprendido ante la lluvia, y lo que es más extraño, todos estaban preparados, cosa realmente rara en Nueva York. Yo miré entonces con estupefacción, casi agonía, hacia el cielo, que seguía estando completamente azul. La estación, con su nuevo flamante nombre, estaba más luminosa que nunca.
 
Completamente alucinado, como si de repente hubiese entrado en “The Twilight Zone”, bajé aturdido las escaleras y en ese momento escuché una voz que gritó: “Action”. Era el director de la película que estaban filmando en la estación y  que habían redecorado y cambiado de nombre para la ocasión. La luminosidad provenía de los enormes focos instalados al pie de la plataforma elevada y “la lluvia” salía de las enormes máquinas llevadas hasta allí para el rodaje.
 
Me marché de la estación sonriendo ante mi alucinación pensando: “only in New York”.  Me pregunto si algún lector habrá tenido una situación que podría formar parte de ese “Metropolitan Diary” que podría publicar el periódico de su localidad. ¿Quién se anima?