Mariví Bilbao está tan contenta que se va a mear en las bragas

              
Voy a intentar no enrollarme demasiado y contar en pocas palabras (eso no me lo creo ni yo) cómo ha ido el día. El jueves por la noche me acosté temprano porque con las 9 horas de diferencia con respecto a Euskadi, prefiero descansar y estar relativamente fresco y relajado en mis intervenciones en Radio Euskadi.

  

A eso de las 6 y media suena el teléfono. Son los compañeros de Graffiti, que están nerviosos porque, al parecer, no recibieron el correo electrónico que les envié por la noche. Una vez dilucidados los temas para la charla con mis compañeros Marlene Merikaetxebarria, Iñaki Aramayo, Leire Zorrozua y Natalia Serrano intento dormir un rato más.

En Graffiti, como casi siempre, lo pasamos bien. Iñaki nos cuenta la historia de un pollo que fue detenido y enviado a la cárcel en Argentina y Marlene recuerda el caso de un gorila de un zoo italiano contra el que una pareja interpuso una demanda. El pobre gorila estaba tan harto de que le tiraran cacahuetes que lanzó un objeto, con tan mala suerte pero tan buena puntería que fue a parar a la cabeza de uno de ellos. Yo les cuento el ambiente que se respira en Hollywood, mi visita a la "troupe Cobeaga" el día anterior y el optimismo y buen humor que reina entre los vascos a pesar del cansancio que se deja notar.

Tras la tertulia, me marcho a la alfombra roja que está llena de reporteros que siguen con devoción todos y cada uno de los movimientos de los operarios., que les ignoran hasta límites insospechados. Creo que la estrategia de la Academia está perfectamente diseñada: van montando el chiringuito poco a poco, cada día presentan algo diferente: la comida que saborearán los premiados, la música, los centros de flores, etc, etc y van sacando los diferentes objetos con cuentagotas para que la prensa lo cuente, minuto a minuto, como si se tratara de las jugadas más interesantes del partido de turno.

Cuando salgo del recinto situado en el Hollywood Boulevard veo aparecer a Rosa Molló, la corresponsal de TVE a quien no veía hacía siglos. Rosa es un encanto y me alegro de verla, pero mi cara se ilumina todavía más cuando veo que está acompañada de Mariví Bilbao, la actriz protagonista de "Éramos pocos", el corto de Borja Cobeaga, a la que llevo intentando localizar durante media mañana. Rosa me deja encantada que la entreviste yo primero, lo que agradezco en el alma.

Mariví está muy cansada después de 16 horas de viaje en avión desde Madrid a Los Ángeles con escala en Atlanta. Le pregunto que a ver cómo se siente y me dice: “estoy tan contenta que estoy a punto de mearme en las bragas”. Me parece, sin duda alguna, la frase de la jornada.

Mariví está de un humor excelente y encantada de estar en Hollywood aunque muy nerviosa, me confiesa. Me cuenta que a la ceremonia del domingo llevará puesto “un vestido de la diseñadora Mercedes de Miguel entre azul claro con un poquito de gris metalizado, de telas muy arrugadas, precioso; encima (Mercedes) me ha regalado el vestido y el bolso. Los zapatos también me los ha regalado Cuplé de Madrid” y me asegura –está claro- que está muy emocionada.

Me dice que si el corto gana le va a dar un “subidón” que la va “a mandar hasta la luna” y que igual hasta se desmaya. “Como yo ya soy muy vieja”, me dice, “he pensado: y si no nos lo dan estamos entre los cinco mejores y eso ya es tremendo; que estemos nominados ya es un bombazo pero que nos lo den, que nos lo den”.

Tras abandonar la alfombra roja me encuentro con Naikari, la novia de Nacho Vigalondo, con quien quedo para entrevistar al realizador de “7:35 de la mañana”, que ha venido a apoyar a Cobeaga.

De allí me marcho a Beverly Hills, a la exclusiva localidad al lado de Los Ángeles, donde Penélope Cruz celebra una rueda de prensa, a la que voy con cierto escepticismo. Es en el hotel Beverly Wilshire y cuando llego, la sala está ya abarrotada. Vuelvo a encontrarme con Rosa Molló y su cámara, Fernando, un canario, si no recuerdo mal. Cruz, nominada en la categoría de mejor actriz llega 25 minutos tarde. Se disculpa y resulta ser una mujer encantadora, de una humildad que sorprende y en pocos minutos logra conquistarme con su amabilidad.

Dice que no va pensando en ganar y que no va a estar triste cuando digan el nombre de otra persona –todas las quinielas apuestan por Hellen Mirren, “The Queen”- “porque todo esto”, dice, “ha sido mucho más que un sueño”. Está muy contenta y asegura que nunca hubiese soñado en llegar a donde está; nos cuenta que Pedro Almodóvar le envió el jueves una carta en la que le dice cosas que, según ella, no se merece y que le hicieron llorar y que aunque no estará en Hollywood con ella, es como si estuviera allí.

Un periodista de un programa de televisión de España monta el show, le regala un ramo de flores y Penélope se emociona y se echa a llorar. Dice que desde que la nominaron, no para de llorar. Se muestra muy humana, pisando tierra y aunque no quiere decir de qué modisto será el vestido que llevará a la ceremonia afirma que acudirá en una limusina ecológica que irá a buscarla a las 3 de la tarde para llevarla a la entrada del Hollywood Boulevard. A Los Ángeles le han acompañado su madre y su hermana; su padre ya estuvo con ella en los Golden Globes.

A mitad de la rueda de prensa, salgo al pasillo para entrar en la tertulia de Ganbara con Dani Alvarez, que se muere de envidia aunque a él, quien realmente le gusta, es Jennifer López. Les cuento que Penélope me ha camelado y aunque no tiene demasiadas posibilidades de ser la triunfadora de su categoría le deseo suerte.

Vuelvo al hotel, mando las crónicas para los informativos del sábado, vuelvo loca a Cristina la técnico de sonido, bajo las fotos para publicar en el blog y escribo este texto, que me ha vuelto a salir larguísimo. Mañana será otro día.

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