Vascos en el mundo

Versión vasca de la pelea Vargas Llosa-García Márquez: México 12-2-76

Lo voy a contar antes de que se me olvide. Lo voy a contar también como pretexto para recordar a ese vascoperuano de lujo que fue Paco Igartua. Paco fue un periodista de los de antes, muy culto, muy libre, muy polémico. Aunque no era limeño, vivió casi siempre allí y allí falleció hace unos pocos años confortado por otro vasco, el obispo guipuzcoano de El Callao. Tuvo dificultades con la justicia de tres regímenes diferentes y contradictorios, que es la mejor garantía que se me ocurre para un periodista.

En una de las escapadas contó con la colaboración de Mario Vargas Llosa, que le llevó escondido en su automóvil a la Embajada de México, donde pidió asilo. Salió luego a este país y en su capital ejerció la profesión. Cuenta en sus memorias que encontró el trabajo por un vasco que estaba bien relacionado: García Urtiaga, creo recordar. Cuenta en sus “Huellas de un destierro” que su vida nunca pudo prescindir de su vasqueidad.

  

Estando en México, y esto es lo que quería contar hoy, le tocó retirar del escenario a un Mario Vargas Llosa que acababa de noquear a Gabo, mientras atendían a éste, mientras traían un bistec que aplicar a su amoratado ojo. Me contó Paco que Mario tenía conocimientos boxeísticos y estaba entonces en buena forma. Las peleas entre machos latinos casi siempre tienen explicación de faldas. También ésta.

Sucede que Igartua, cuñado de otro escritor, Bryce Echenique, por cierto, amigo de Vargas Llosa al fin y al cabo, me dio una versión de amigo. Sucede que luego tuve acceso a otra versión, la del vascocolombiano José Vicente Katarain, que fue el primer editor además de amigo de García Márquez, en su Oveja Negra, hasta que amistad y con-trato se fueron al traste.

Una síntesis razonable y depurada de ambas versiones me llevan a poder sostener que lo sucedido allí tuvo que ver con las ganas que le tenía el peruano al colombiano desde su etapa catalana. Estaba por medio el galanteo del costeño a la esposa del limeño en una etapa en la que el enamoradizo Vargas había abandonado Barcelona y esposa tras una modelo -otros dicen que se trataba de una bailarina- exótica que se iba al norte.

Parece demostrado que Vargas Llosa le dijo a García Márquez algo así como “Y además con lo feo que tú eres” mientras le asestaba un único golpe. Cada quien se vale de sus propios argumentos, y Varguitas lo debía saber. Feo podría ser, pero engañador y dedicado, también, que son poderosas armas y más cuando hay presumible despecho por medio. Al buen mozo Mario le debió parecer inaceptable, humillante que alguien tan feo le bailara la vieja o lo intentara al menos.

Hasta hoy, el distanciamiento entre los dos divos se mantiene, y se atribuye a este puñete, que diría Paco Igartua. Quise reunir a Igartua y Katarain en el anterior Congreso de Colectividades Vascas al que Paco no pudo asistir ya por problemas de salud, aunque estaba invitado. Me hubiera gustado confrontar sus versiones, me hubiera gustado preguntarles por tantas cosas en las que ellos han participado. Tampoco hay tanto vascoamericano ilustre por su dedicación a las Letras. Empresarios ilustres hay muchos más.