Vascos en el mundo

Txema Cundin: “Nueva Orleans es como una amante rusa”

 
Acabo de pegarme media hora al teléfono con José María -Txema- Cundin, un artista getxotarra que reside en Luisiana desde hace más de 4 décadas. Cundín sobrevivió al huracán Katrina, que golpeó la ciudad y a toda la zona del Golfo el 29 de agosto de 2005. Muchos de los árboles que rodean su jardín cayeron, pero no tocaron su casa y el huracán dañó tan solo una pequeña parte de su estudio, “aunque ya nada es lo mismo”, afirma Cundin.

  

Txema tiene un magnífico sentido del humor y me da la impresión de que su filosofía de vida se basa en la diversión. El principio de nuestra conversación no ha sido divertido. Me contaba Txema, que tiene 69 años, que Nueva Orleans sigue en estado de shock y que las ayudas federales llegan con cuentagotas. “El proceso cultural de la ciudad ha quedado alterado, la gente está en una especie de código de defensa, sobresaltada y sospecha de todo”, me contaba. “Muchos artistas se marcharon, hubo una estampida; queda una comunidad muy pequeña de artistas ya mayores, que como yo, no ha querido volver a empezar en otra ciudad. Algunos se fueron a Houston (Tejas), que es casi la periferia de Nueva Orleans y que cuenta con muchas galerías; allí siempre estuvieron muy atentos a lo que ocurría en Nueva Orleans”.

Txema Cundin estudió en la escuela de Artes y Oficios de Bilbao y en el Museo de Reproducciones Artísticas, “que no eran lo que son hoy”. “Antes para estudiar arte tenías que irte a escuelas nacionales, a Madrid”, me dice. Tras su paso por Colombia, Nueva York y Méjico -donde fue cofundador de la revista de arte popular Tierra-Adentro en Aguas Calientes, que todavía se publica- llegó en 1964 a Nueva Orleans, ciudad de la que nunca se marchó. Durante un año, magnífico, recuerda, y “en el que pasaron cosas muy divertidas, era el 71 o el 72”, fue profesor de Color y Composición en la Universidad del País Vasco en Bilbao. En Bilbao realizó una exposición en la galería Vanguardia y en Bilbao quedó una de sus obras favoritas, “La merluza de carreras” perteneciente a la serie “El bestiario marino”.

Como el resto de la ciudad, la euskal etxea de Nueva Orleans quedó paralizada tras el paso de Katrina. Este sábado el centro vuelve a la actividad con una exposición de Cundín, en la galería Bienvenue, “una sala al estilo de las de Nueva York”. La muestra, que tenía preparada hace tiempo, debería haberse inaugurado hace un mes y medio con el título “FOLSOM BLUES y rojos y amarillos” pero el getxotarra fue sometido a una intervención quirúrgica, durante la cual se le implantó un bypass cuádruple y hubo que retrasarla. Aprovecha Txema la ocasión para recomendarme el álbum de Johnny cash titulado "Folsom Prison Blues", inspirado en Folsom, California, no Louisiana.

Me contaba que un día acudió al consulado a por un papel y que la secretaria, que le conoce desde hace tiempo le dijo: “tienes mala cara”. “Me miré en el primer espejo que encontré y me vi muy pálido. Fui al medico a hacerme un chequeo y me descubrió una insuficiencia cardíaca y me recomendó una intervención inmediata; todavía estoy convaleciente”.

Tras la operación, el artista convirtió la muestra en retrospectiva y le puso por título “40 años vagando por el postre”. Lo lógico hubiese sido titularla “40 años vagando por el desierto” pero él, una vez más, quiso jugar con la palabra “desert” que en inglés significa desierto y la palabra “dessert” que significa postre .

En la galería "he puesto todo lo que no he mostrado durante muchos años, cosas increíbles; desde una trampa para humanos hasta un bastón
para andar con buen pie, en el que la manija, la mano por donde se
agarra es un pie; tonterías de esas que, como metáforas están muy bien
resuletas y son muy divertidas".

A pesar de los malos ratos o de la pésima situación por la que atraviesan Nueva Orleans y sus habitantes, José María, Txema, vive una historia de amor con la ciudad. Según el “es una ciudad muy estimulante, no es aburrida y está llena de gente complicada pero interesante”; “es como una amante rusa”, me dice, pero tras su operación de corazón asegura que volverá pronto al País Vasco aunque le queda poca familia por allá. “Mi hermana Manoli vive en Madrid pero en Bilbao tengo sobrinos y amigos”, me cuenta. Yo no estoy tan seguro de que vaya a volver a Euskadi porque dice que  para él Nueva Orleans es “siempre una historia de amor, es (una ciudad) recurrente, son muchos años, siempre termino aquí”.

Vive en Folsom “un pueblo a 10 minutos de Nueva Orleans al que se llega tras cruzar el Puente más largo del mundo” y que recientemente ha estado revolucionado porque han instalado el segundo semáforo. Imagínate”. No sé cuántos habitantes tiene. La gente se reune en un café por la mañana y ya no vuelven a verse durante todo el día. Hay un bar, muy oscuro, para ahogar las penas, ya sabes cómo son los bares de Estados Unidos".

A la exposición acudirán mañana los miembros de la euskal etxea de Nueva Orleans (la Lousiana Basque Society) convocados por su presidente, Michel-Antoine (Mikel Andoni) Goitia-Nicolas. Mikel Andoni cuenta que desde el azote de Katrina “todos hemos pasado por una difícil prueba. Algunos miembros han muerto, otros se han trasladado, otros siguen sin tener una casa y otros sobreviven, sin más” por lo que el encuentro del sábado en la galería supondrá el regreso a las actividades de esta euskal etxea que nació hace muy pocos años de la mano de Goitia-Nicolas, quien para reclutar a miembros se leyó de arriba a abajo la guía telefónica de Luisiana buscando y llamando a todos los que tenían apellidos vascos.

Katrina, dio un golpe mortal a muchos ciudadanos pero no consiguió quebrar el espíritu de un vasco-griego como Mikel Andoni quien, sin ayuda de nadie, hace unos pocos años, puso en marcha la euskal etxea de Luisiana, que a partir del sábado retoma sus actividades en una ciudad que, como los vascos, pese a la adversidad, se niega a rendirse.