Vascos en el mundo

Pimientos verdes fritos y queso de oveja al modo nuestro

A muchos de nosotros nos gustan los pimientos verdes de Gernika y el queso de Idiazabal. Ya sé que los pimientos verdes de Gernika son de Gernika y de otros lugares, próximos/prójimos, que tienen un entorno similar, que tienen sobre todo unos gustadores/gastadores similares. Y que el queso de Idiazabal es de Idiazabal, y de allá donde haya un determinado tipo de oveja, un modo de hacer y un punto, que tiene que ver con los gustos cambiantes de los vascos casi siempre.

Alejandro Arieta defendía la peregrina idea -las ideas peregrinas son las más interesantes, diría Bergamín- de que el pimiento verde en cuestión sólo resistía bien más de una floración en los lugares donde se habla euskera vizcaino, que como se sabe se habla también en valles próximos/prójimos de Gipuzkoa. 

  

Por mucho que se empeñen algunos, esta clasificación -iba a decir división- de Euskal Herria en Irurac bat, Laurak bat, Zazpiak bat no deja de ser arbitraria más que peregrina, a nada que se conozcan los diferentes dialectos (euskalki) del vascuence (euskera). No hace falta ser un experto para saber que las maneras de hablar tienen que ver sobre todo con la convivencia, con la vida, con la congregación: la deducción es sencilla y por eso también me parecen tan antipáticas las pugnas entre “eternos rivales” y las exageraciones provincialistas.

Pero bueno, estaba en el Gernikako Piperra, que así dicho es una provocación particular a un amigo de Mungia, al hijo de Txema y Maribí, que tiene un sentido del humor destilado tras vivir en media docena de lenguas. Y estaba en el queso de Idiazabal, porque nos gustan ambos mucho y estamos dispuestos a pagar por ellos la diferencia. ¿Acaso tienen más cosas en común? Tienen lo del label adjudicado, y que ambos gustan más a los vascos que a los demás. Y me explico, antes de que alguien adivine aquí una peregrina idea genealógica.

A nuestro buen amigo Julio, que es por casi bermeano casi de Gernika aunque nació en la provincia de Buenos Aires, le gustan estos pimientos verdes, y seguramente el queso de Idiazabal. Y tiene campo. En su campo los plantó -casi digo sembró, que es más poético- y se dieron tan bien, que pronto no supo qué hacer con ellos, porque no tenían mercado, porque comprobó que son los vascos los que tienen pasión por los pimientos de esa variedad fritos, y a los demás les “repiten”, les parece que llevan demasiado aceite, les parecen… ajenos y extraños.   

 Hace unos años, pastores y frailes de Arantzazu aterrizaron en Chile para poner a valer la leche de las ovejas latxa que nuestro veterinario más viajado, vasco de Alsasua, había hecho llegar en avión a Santiago, lo que mereció foto de primera en El Mercurio. Las ovejas, de buen conformar al fin y al cabo, cuajaron bien en aquellas tierras, y dieron fruto y se pudieron hacer quesos estupendos, a la manera nuestra, al gusto nuestro. Pero en Chile, aunque esté lleno de apellidos vascos -hay más apellidos vascos en la guía telefónica de Santiago que en la de Bilbao-, hay chilenos. Con gustos chilenos. Y no les entusiasmó el sabor del queso de… Idiazabal.

Para decirlo todo, el queso allí fabricado -no sé si es el verbo adecuado o se debe decir tallado- estaba muy rico, pero me gustó más el que alguien había traído desde Urbia -seguramente de forma subrepticia, que para estas cosas las autoridades chilenas son muy estrictas- y que comimos en el Centro Vasco de Santiago de Chile antes y después de unos pisco sauer con los que casa estupendamente.

Confieso que iba a haber escrito hoy sobre la invasión de la oveja “assaf” de origen israelí que amenaza por lo que dicen a nuestra humilde y generosa latxa. Que iba a hablar de la proliferación de su pegatina como alternativa al toro español, el burro catalán y así, pero eso, adelantando que tengo algunas prevenciones sobre su acierto, lo deja para otro día. Y para otro día dejo lo del txakoli con sabor a cuadra, vizcaina, que defendió hasta su fallecimiento Alex Arieta como mucho mejor que el germanizado de Getaria. A Alex, lo que en realidad le gustaba, además de la amistad, era la discusión, la conversación animada.