Vascos en el mundo

Llevamos las de perder: ellos son más sin-vergüenzas

Hoy es a propósito de Gernika, pero otras veces es por otros motivos. A nosotros nos queda vergüenza, y discreción. A ellos, no. Nosotros sabemos quiénes son, por ejemplo, los colaboradores locales del bombardeo de Gernika y los que se beneficiaron de ello, y los callamos por discreción, por dignidad, por vergüenza. Para no hacer daño a terceros. Para apaciguar. Ellos, no.

Viene esto a cuento del artículo que le acabo de leer a Germán Yanke en Estrella Digital. Ya sé yo quién es Yanke y ya sé que no es el más sin-vergüenza de su cuadra. Ya sé que debería relativizar lo que dice, pero hoy he decidido no darme por no aludido. “Ibarretxe en Guernica”, lo titula. Y luego llama tonto, simples, con mejor o peor estilo, a Pérez Esquivel y a Ibarretxe, lo que no es novedad entre las gentes de su bando, desde luego.

  

Hasta ahí, nada nuevo, aunque sí insolente, irrespetuoso, una vez más, para los aludidos y para quienes les tenemos en la mejor consideración. Hasta ahí, nada que no se pueda interpretar desde la dialéctica política y en lo especialmente molestos que resultan para sus intereses los planteamientos de Ibarretxe y Pérez Esquivel. Hasta ahí, nada que pueda conmover ni afectar a la reconocida integridad de dos personas como éstas.

Pero Yanke termina su artículo de manera que resulta intolerable: “Por cierto -dice-, en la Guerra Civil se destruyó Guernica y, muy cerca de allí, se arrasó Irún. Fueron los otros. Ya lo contó Pío Baroja, de vasquidad nunca puesta en duda. Lo apunto por aquello de la ‘memoria histórica’ “. La comparación está hecha para agradar a los suyos y para provocar a los otros, en la misma línea de los revisionistas sin escrúpulos que se han dado a acomodar la memoria histórica en interés nuevamente de los vencedores.

Una parte importante de Irun fue quemado por anarquistas vascos y no vascos antes de retirarse a Hendaia, lo que no fue compartido por otros soldados de la República, por cierto. Conocí a algunos de ellos. Nunca lo ocultaron. Siempre lo asumieron. Siempre se responsabilizaron de ello. Eran gentes de una gran dignidad. ¿Es eso comparable al bombardeo de Guernica?

Estos días, a propósito de este magnificado 70 aniversario, estamos recibiendo muchas provocaciones, como la de ese César Vidal de la Cope que ha terminado echando la culpa de la destrucción y sus consecuencias a que los republicanos hubieran sido incapaces de montar un sistema eficaz de refugios y a que tuvieran un cuerpo de bomberos deplorable. En esta guerra de la indignidad llevamos las de perder, una vez más: ellos son más sin-vergüenzas.