Vascos en el mundo

¿Está bien que un periodista se pase a la política?

He vuelto a pasar el fin de semana en la casa de la playa, a donde voy a descansar, no a tomar el sol. Estos dos días además he conseguido desconectar casi por completo (digo casi porque el sábado no pude evitar poner el informativo de la BBC británica para saber qué había ocurrido en el mundo) porque, en Fire Island, hay muy pocos hot spots y es difícil conectarse a la red. Al volver a casa leo la prensa y veo en Deia que Josu Loroño, el periodista y presentador deportivo de ETB se presenta como candidato por el PNV al ayuntamiento de Getxo.

  

Reconozco que me ha sorprendido mucho la noticia porque –toma tópico- no me imagino a Loroño metido en política. Esto me ha hecho recordar la desazón que me causó la noticia de que Uxue Barkos dejaba la televisión -una de sus grandes pasiones- para dedicarse a la política –otra de sus pasiones-. No voy a dar nombres pero recuerdo que, tras la enorme ilusión inicial que sentí, escribí un correo electrónico a un periodista amigo mío, muy curtido en estas labores y a quien respeto profundamente –si él quiere que diga a quién me estoy refiriendo- solicitándole su opinión al respecto. Me comentó que le parecía bien y que había precedentes de periodistas, también de televisión, que habían hecho el “crossover” que se dice en el mundo de la música.

Uxue ha demostrado su valía en el Parlamento español, y espero que lo siga poder haciendo al frente del consistorio pamplonés, y creo que también lo hará Josu Loroño quien, por lo que he leído, tiene el puesto de concejal prácticamente asegurado. Me parecen atrevidos pero sobre todo, comprometidos con unos ideales que, en su opinión, merece la pena defender hasta el punto de dejar su “profesión”. Cierto es que, a Loroño, le sería mucho más fácil recuperar el puesto que dejará en la tele de lo que le sería a Barkos, cuando decida volver a la que fue su profesión, que, en mi opinión, dominaba a la perfección.

De cualquier manera, esto me lleva al asunto del que quería hablar que es el siguiente: ¿deberían los periodistas hacer públicas sus opiniones políticas? Yo, antes de llegar a este país creía que no. En Estados Unidos la mayoría de los periodistas no tienen problema alguno en dar a conocer sus opciones políticas (cierto es que aquí o se es Republicano o se es Demócrata y poco más) y es que, por el hecho de no hacerlas públicas, esto no significa que no se tengan.

En mi opinión un periodista, ya sea redactor, presentador o locutor nunca debería dar su opinión cuando escribe una información en el periódico, la lee en radio o la presenta en televisión pero, en programas de opinión, y recalco esto último, de opinión, no me parece mal que, si les apetece, lo hagan. Creo que no por ello perderán credibilidad ni legitimidad ante el lector, oyente o espectador.

Para quien se haya escandalizado diré que, en Estados Unidos, los periódicos –también los grandes como The New York Times o The Washington Post- apoyan a sus candidatos preferidos en tiempo de elecciones. En sus editoriales explican y dan las razones de por qué tal o cual político es mejor para estar al frente de la alcaldía de turno, de la Casa Blanca o del puesto que se decida en esos comicios. No se me escapa que, en nuestro país, los periódicos pertenecen a empresas ligadas muchas veces, en mayor o menor medida, a partidos políticos y que el apoyo a los candidatos es por tanto más o menos obvio.

Creo que para llegar a ser una sociedad totalmente democrática, nos falta todavía mucho camino por recorrer –no hablaré de ilegalización de partidos políticos por su ideología, del cierre de periódicos, de reapertura de sumarios, etc.- pero creo que el primer paso ya se ha dado: periodistas que se lanzan a la política. Me gustaría ver a qué puesto envían los responsables de los medios a los políticos cuando éstos decidan –si es que lo hacen- regresar a los medios de comunicación de los que salieron. Si les mandan a “cortar teletipos” significará que no hemos avanzado nada. De momento, insisto, hemos dado el primer paso que demuestra, que los periodistas por muy objetivos que sean, también tienen –tenemos- ideología, aunque no se nos note cuando hacemos informativos.