De trufis va la cosa…

Queridos todos,

Si alguno de vosotros pudiese teletransportarse a La Paz y dar un par de vueltas por la ciudad, comprendería fácilmente porqué he decidido dedicar cuatro líneas a los curiosos medios de transporte que existen por aquí y también a los hábitos de circulación que se estilan en Bolivia.

Ser peatón es cuanto menos un reto: los pasos de peatones brillan por su ausencia y los conductores, haciendo mención a mi querido Sabina, son de verdad suicidas. Cruzar una calle, ya sea por gusto, o porque simplemente no te queda otro remedio, es de verdad una osadía. De hecho, el Gobierno Municipal de La Paz contrata desde hace años a un grupo de personas, que, atención, disfrazadas de cebras, bailan como posesas en los pasos peatonales, para concienciar a los temerarios conductores.

Si decides moverte en transporte público, seguirás siendo un intrépido, pero al menos te reirás una barbaridad. En La Paz hay taxis, trufis, minibuses y buses. Los trufis son mis preferidos: son taxis compartidos que llevan hasta 7 personas… Cómo? Pues yo tampoco lo tengo muy claro. El conductor sacando la cabeza por la ventanilla porque su cuerpo no entra, podría daros alguna pista.

Los minibuses tampoco tienen desperdicio. Son furgonetas para 8 ó 10 personas, decoradas con letreros que rezan frases del tipo ‘Amor de madre”, y  que van recogiendo y dejando gente por toda la ciudad, según uno le indique. En definitiva, servicio a domicilio. Llevan siempre a un copiloto que va gritando a diestro y siniestro la dirección y el precio del transporte. Un detalle, también a éstos les gusta ir con medio cuerpo fuera.

Lo demás es aquí, el pan de cada día. El cinturón de seguridad no se usa, las señales de tráfico no existen, encender las luces cuando anochece no es necesario y descargar la furia que cada uno lleva dentro con el claxon es mera rutina.

Buen día y mucha suerte a todos!

3 pensamientos sobre “De trufis va la cosa…

  1. Oscar Cubillo

    Esa Rocío… Leyendo el libro ‘Cómo viajar sin ver’, de Andrés Neuman, que narra a bote pronto una gira promocional por capitales americanas de este escritor argentino, me di cuenta de que La Paz supera en tráfico más surrealista que aleatorio a las demás urbes anárquicas suramericanas. Y lo de la falta de semáforos, señales y pasos de cebra, además de la abundancia de bandadas de motociclistas en estampida permanente, yo lo viví con gozoso peligro en República Dominicana, a bordo de un Hyundai alquilado tan rechulo que parecía un Chevrolet y que manejaba La Txurri, pues yo no tengo carné, ya sabes. ¿Se requiere carné de conducir en La Paz?

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