¡Me río yo de los atascos de la A-8 en hora punta! (Parte I)

¿Qué el tráfico está congestionado en la recta de Max Center en sentido Bilbao? Eso no es nada en comparación con los pifostios que se montan en prácticamente todas las carreteras que atraviesan el centro de Jakarta. Perdón, en todas las vías asfaltadas ( o no) de Jakarta. La palabra atasco cobra aquí una nueva dimensión. Los atascos son constantes, da lo mismo si es hora punta o no, si es un día entre semana, festivo o domingo. Da igual, los coches, las motos, los tuc-tucs, los autobuses circulan como quieren, o como pueden por esta megaurbe en el que el peatón no cuenta nada (hay algunos valientes que se atreven incluso con la bici). Los semáforos para los peatones no existen (tampoco es que haya muchos para dirigir a los vehículos). ¡¿Qué digo?! ¡Pero si ni siquiera hay aceras! Dar un paseo es una auténtica misión imposible. Si se quiere cruzar de un lado de la calle al otro la única opción posible pasa por echarse al asfalto con decisión agitando el brazo para que los vehículos vayan parando (nota importante: las motos no paran nunca).safe_image.php

Entonces, ¿cómo se mueve uno por la ciudad? La alternativa más cómoda (eso de cómoda es una forma de hablar) podría decirse que es utilizar el Transjakarta. Se trata de una línea de autobuses con aire acondicionado que conecta el centro de la ciudad. Cuentan con un carril propio por lo que se evitan los tan molestos atascos. Sin embargo, la solución se queda algo justita si tenemos en cuenta la gran densidad de usuarios (vamos, que la expresión como sardinas en lata se queda corta a la hora de definir la experiencia que supone viajar en Transjakarta). Otro punto a favor, su precio: es muy barato, unos 40 céntimos de euro el trayecto.

También existen otro tipo de líneas de autobuses (no sería capaz de dar una cifra concreta del número de compañías que operan), pero utilizar estos, sí que es toda una aventura. La mayoría no tienen puertas (y si las tienen, rara vez las llevan cerradas), tienen el aspecto de haber sido fabricados allá por finales de los años 70 del siglo pasado, el humo que despiden por los tubos de escape es completamente negro y siempre están a tope. Tampoco tienen paradas establecidas. Simplemente circulan entre dos puntos y un individuo colgado literalmente de la puerta opuesta a la del conductor llama la atención de los potenciales clientes. Si quieres coger uno de estos autobuses, simplemente levantas el brazo, y el vehículo se para. Y claro, se para esté donde esté ¡Como si es en el carril central de una rotonda!

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Una imagen habitual. Dos peatones cruzando (a lo loco) por el centro de una de las glorietas mas concurridas de la ciudad.

Por supuesto, en el Gran Durián también hay taxis. No es muy caro, un viaje de unos 15 minutos puede salir por menos de 3 euros. Eso sí, dependiendo del tráfico que haya en ese momento un trayecto de 10 kilómetros puede realizarse en 20 minutos o en una hora (nunca se sabe). También es frecuente que el taxista no sepa muy bien la dirección (aunque nunca lo admitirá) y que sea el cliente quien tenga que dirigirle (sí, yo también he sido alguna que otra vez ese cliente que tiene que dirigir al taxista, los que me conocen ya saben que el de la orientación no es el más agudo de mis sentidos, eso sumado las dificultades del idioma y al hecho de que solo llevo aquí tres semanas, convierten la experiencia del viaje en taxi en una auténtica aventura).

Está claro que el tráfico en Jakarta da para mucho, para tanto que me siento incapaz de condensar tanta información en un solo post. Ale, os dejo con toda la intriga….To be continued……

Geroarte!

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