Chiloé, Una experiencia Ultratrail

Tras haber atraído en 2009 a unos 73 mil visitantes, un 5,5% del total de turistas extranjeros que recibe este país, el turismo rural comunitario se convierte en un oportunidad cada vez más atractiva para campesinos, pescadores y artesanos de aldeas, que están desarrollando una creciente oferta de servicios en función de este segmento por los beneficios que el mismo les promete.

Unas 3.000 familias viven de esta actividad, en un país que percibe al año unos 2.000 millones dólares por atender a dos millones de visitantes extranjeros, la mitad de ellos estadounidenses.

Un buen ejmplo de esta nueva actividad lo expone Alexander Retana, técnico en ganadería que ofrece visitas a su granja en la provincia de Osa, en el Pacífico sur, para conocer el proceso de producción orgánica del cacao y otras frutas tropicales. “Es un recorrido por las plantaciones, conociendo cultura, historia y sobre todo el proceso del cacao”. Retana, de 30 años, trabaja con su esposa y su hermana atendiendo a unos 300 turistas que, cada mes, son enviados por hoteles cercanos a su explotación.

Al otro lado del istmo, cerca de la costa Caribe, mujeres indígenas bribri de la zona de Talamanca, en la frontera con Panamá, atienden una posada rústica a la que se llega navegando en canoa por ríos durante una hora y media. La posada cuenta con baños privados, pero son baños al estilo bribri, como en un jardín. Es una comunidad que vive en completa comunión con el bosque.

Y en el Pacífico norte, en Chira, la isla oceánica más grande de Centroamérica, mujeres pescadoras abrieron un restaurante que ofrece un variado menú de pescados y mariscos, en medio de manglares.

En varias de estas iniciativas, las mujeres tienen un papel protagonista muy importante, participan de la nueva actividad con mucho entusiasmo.  +info

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