Cambiar la Vida de los Demás

De Luis Miguel Ruiz (blog)

 

“Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”.
Es una frase atribuida a Nelson Mandela, quien ha fallecido recientemente. Leerla me ha provocado una reflexión que no puedo por menos que compartir con todos vosotros.
Hay muchas personas cuya dedicación a los demás es innegable. Los profesores, los religiosos, las personas que están ayudando en lugares remotos a que otras personas puedan educarse, comer o vivir dignamente, los médicos, y sin duda a ellos iría referida dicha frase. Lo sé, pero en este caso su lectura ha reactivado en mí una antigua reivindicación que quiero proponer.
Deseo reivindicar la figura del Entrenador o Entrenadora.
Recuerdo que hace unas décadas el filósofo José Antonio Marina, hizo una bonita glosa de la figura del entrenador mostrándolo como el modelo que los profesores deberían seguir.
Soy de los que piensa, que ser Entrenador o Entrenadora es una de las grandes cosas que se puede ser en esta vida. Y lo digo con toda sinceridad. Yo lo intenté hace muchos años, y ciertamente fueron años felices e intensos, ahora entreno pero de otra manera, pues al fin y a la postre la labor académica bien entendida es como la del entrenador, y siempre les indico a mis alumnos que tengo una concepción deportiva de la enseñanza universitaria, yo soy el Entrenador y ellos mis pupilos y pupilas.
Cuando hablo de la figura del Entrenador, no me refiero a la persona que posee un título de Técnico Superior o de otro tipo. No, esas personas pueden alardear de poseer esos títulos, pero solo de eso. Cuando hablo de la figura del Entrenador hablo de Pasión, Dedicación, Generosidad, Empatía, Compasión, Inversión Emocional, Conocimiento, seguro que podéis poner algunas cualidades más a esta somera lista.
Esos atributos no vienen directamente con el título, como no vienen con el título de Licenciado o Graduado, los atributos del buen profesor o de buen médico. Esos atributos se aprenden y se desarrollan después de cientos de horas de dedicación apasionada a una misión, la de conseguir que otros alcancen sus sueños.
Echo la mirada hacia atrás y reconozco que no tuve muchos entrenadores, es más solo tuve uno que mereciera dicho nombre, y al que no le dije lo mucho que influyó en mi vida.
Pensad ahora en vuestros entrenadores, en los que tuvisteis y tenéis en la actualidad. Reconozcamos que es una persona a la que no siempre le hemos reconocido su labor, es una persona que no siempre ha sido suficientemente reconocida, es la que no sube a los podios, no suelen aparecer con las medallas colgadas de su cuello, ni reciben las atenciones que los deportistas reciben.
He tenido la suerte de conocer entrenadores de todo tipo y en todos los niveles, desde el deporte de base al deporte olímpico, y en todos ellos existe un dinamismo mental que les caracteriza, y es cómo conseguir que sus pupilos vayan más allá de los límites que consideran que poseen, y que lo hagan con confianza y determinación.
También he podido comprobar como hay entrenadores que soportan el desprecio de las instituciones para las que trabajan que no les reconocen adecuadamente su labor, haciéndoles vivir con estrecheces, aunque el fruto de su labor sea conseguir que sus entrenados alcancen la gloria olímpica.
¿Qué país es éste que permite que a los mejores no se les reconozca su labor y sin embargo encumbre las medianías a límites insospechados?
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