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"Las musas inquietantes" de Giorgio de Chirico

Las musas inquietantes es una obra de Giorgio de Chirico que data de 1916 de óleo sobre lienzo con unas dimensiones 97 x 66 cms y se encuentra actualmente en una colección privada en Milán.

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Las musas inquietantes / Giorgio de Chirico

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Aparecen delante de la antigua residencia de la familia de Este de Ferrara, tan aficionada a las bellas artes. Significativamente, este palacio urbano, cerca del cual vivió De Chirico durante la Primera Guerra Mundial, destaca tras un escenario ascendente junto a edificios industriales, chimeneas de fábricas y un silo. Roja de herrumbre, la fortaleza se alza ante el cielo turquesa del fondo. Las dos musas -muñecos articulados sin fisonomía y vestidos de un modo arcaizante- aparecen en el borde anterior del espacio escénico, que se articula mediante zonas de sombra profunda. De pie una y sentada la otra, ambas dan la impresión de haber sido colocadas entre diversos accesorios teatrales. Bajo ellas hay una máscara roja y una vara, atributos tradicionales de Talía y Melpómene, musas de la comedia y de la tragedia. A su vez Apolo, que estaba al frente de las musas, aparece al fondo sobre un pedestal. Da impresión de contención, de estar tan falto de vida como las musas. ¿Hacia dónde las dirigirá?, cabría pensar a la vista de las reflexiones profundamente melancólicas en las que de forma evidente están inmersas sus compañeras sin cabeza.

La trayectoria del artista puede dividirse en dos etapas, donde la primera estará protagonizada por el uso de estatuas como modelos y por la sucesión de arcadas como espacios arquitectónicos; mientras la segunda da paso a una mayor presencia de maniquíes y escenas en interiores. A esta primera época pertenece este lienzo, pintado en 1916, donde dos estatuas clásicas se recortan fríamente ante un misterioso fondo, donde se observa el Castillo de Ferrara. La presencia de estos objetos impregna al lienzo de pequeños retazos de la metafísica, cuya forma ha adquirido con anterioridad en la mente del creador.

Los cuadros de Chirico poseen una estética extraña, de perspectivas imposibles, de elementos simbólicos, de largas sombras, de objetos sumidos en una claridad sin atmósfera, donde todo sucede como si fuera un sueño. Consigue imponer una sensación de misterio a través de maniquíes, manos enguantadas inmersas en un mundo de horizontes lejanos y de grandes arquitecturas vacías, colosales y fantasmagóricas. La sensibilidad poética de esta pintura y su irrealidad de carácter mágico caracteriza esta corriente artística. El surrealismo tiene como fuente la pintura metafísica Chirico abandonó este arte por una mitología más sensual, romana y pastosa, en la técnica, aunque más rica y escenográfica en el tema.

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