Harta de Bretón por sus desavenencias, Frida decide mudarse de la casa de los Bretón a un hotel. A todo ello hubo que sumar, la colitis aguda que padeció y que hizo que la mejicana tuviera que ingresar en el hospital. Pero a pesar de todo, Frida pudo disfrutar de todos los placeres surrealistas que le otorgaba una ciudad como París. Fué allí donde conoció a grandes teóricos surrealistas como el poeta Paul Eluard y Max Ernst.
Curiosamente el mundo de la alta costura también la admitió. Los trajes de Tehuana le gustaron tanto a Elsa Schiaparelli que diseñó un vestido llamado “Madame Rivera” para las parisinas elegantes.
Pero aún así París le parecía decadante a la gran Frida Kahlo. Cuando por fín se inauguró la exposición, a Frida le daba igual el éxito francés. La muestra parisina se tituló “Mexique” y no se limitó exclusivamente a Frida, aunque ésta constituyó la atracción principal de dicha muestra.
La crítica se volcó de forma definitiva hacia Friduchi. De hecho, los cuadros expuestos conmovieron tanto a Kandinsky que la abrazó y la besó. Incluso Picasso, el más difícil de los difíciles, alabó las dotes artísticas de la que por derecho propio ya era una gran pintora.
Aunque la historiografía ha tildado a Frida como artista surrealista, resulta muy interesante que la obra más surrealista de Frida sea el diario que escribió desde 1944 hasta su muerte. Plasmó en estas páginas un sin fín de imágenes mezcladas con palabras. El diario contenía mensajes de amor para Diego, textos autobiográficos, declaraciones políticas, de soledad y de dolor básicamente.
Sea como fuere la creación, el mensaje o los dibujos que Frida plasmara en ese diario, que a última instancia la pintora tuvo razón al pronunciar la siguiente flamante y maravillosa frase: “Pensaban que era surrealista, pero no estaban en lo cierto. Nunca pinté sueños. Pinté mi propia realidad”… ( Continuará )
BIOGRAFÍA DE FRIDA KAHLO POR IKER LANDETA