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El templo de Afaia: el tesoro de Egina IV

    Categories: Escultura
Reconstrucción policromada de uno de los arqueros, del templo de Afaia. La recreación de esta figura, que se cree representa a Paris, incluye, además, el arco y las flechas.

Los dos frontones del templo de Afaia en Egina representan, efectivamente, un momento clave en la transición desde las formas arcaicas a las clásicas, pero son también un punto de referencia para la reconstrucción cromática de la escultura de la antigua Grecia.

Ambos frontones conservan importantes trazas de los pigmentos que los antiguos griegos utilizaron para decorar sus esculturas en piedra y han sido utilizados, desde el momento de su hallazgo, en 1811, como sustento para la investigación sobre este aspecto tan desconocido del arte griego.

Desde el Renacimiento, el mundo occidental se acostumbró a ver las obras escultóricas clásicas en piedra, absolutamente blancas, sin ningún rastro de la decoración que un día las cubrió por completo. Los numerosos hallazgos de estatuaria clásica – muy fragmentada y deteriorada- ocurridos a partir del silgo XVI y la gran veneración que Miguel Ángel sintió por el mármol en su estado más puro y perfecto, llevaron a los artistas y críticos renacentistas a considerar el blanco la tonalidad ideal de la pieza escultórica en piedra, pasando por alto cualquier resto pictórico que aún pudiera observarse en las obras recuperadas.

Sin embargo, la policromía puede ser perfectamente rastreada –sobre todo hoy en día, gracias a los grandes avances científicos- en muchas de las esculturas griegas y, en especial, en los restos conservados de los frontones del templo de Afaia. De hecho, los más modernos análisis han conducido a una reciente reconstrucción, iniciada de forma tentativa ya en el siglo XIX, de lo que pudo ser la decoración pictórica de ambos grupos.

En el centro de la composición del frontón se alzaba la figura de Atenea.

La decoración se extendía a la totalidad de las figuras de los frontones, incluyendo además, algunos de los elementos arquitectónicos del templo y no se limitaba a la policromía, sino que también comprendía añadidos en otros materiales que completaban el efecto general del conjunto. Así, arcos, flechas y otros elementos realizados en bronce completaban los atributos de los diferentes personajes y daban sentido a la composición de ambas escenas.

De esta manera, los frontones del templo de Afaia en Egina debieron ofrecer en la antigüedad una visión viva y desbordante de la acción que en ellos tenía lugar, a pesar de que para el espectador contemporáneo la impresión de semejante decoración pictórica resulte, sin ningún lugar a dudas, cuanto menos chocante.

Itziar Martija:

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