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Secession

El 15 de abril de 1902 se inauguró en Viena la XIV Exposición de la Asociación de Artistas Visuales, la Secession vienesa. Para la ocasión el grupo ideó una exhibición que agrupase todas las artes en una obra común y diera a la muestra ese aspecto, tan buscado por el movimiento, de obra de arte total.

El diseño arquitectónico de la muestra corrió a cargo de  Josef Hoffmann, articulándose de tal forma que, en su núcleo central, cobijase la escultura que debía ser el leit motiv de la exposición. La obra en cuestión era la estatua que el escultor alemán Max Klinger había realizado como homenaje al gran compositor Ludwig van Beethoven.

El homenaje a Beethoven se utilizó como elemento unificador del concepto de obra de arte total, de tal forma que incluso Gustav Mahler, director, por aquel entonces de la Ópera de Viena, dirigió, el día de la inauguración, el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía, reorquestada por el mismo para la ocasión.

El concepto arquitectónico de la exposición se caracterizó por la sencillez de los espacios y los materiales utilizados que funcionaban como marco perfecto para la contemplación del resto de las obras que conformaban el conjunto. Entre todas ellas, sin lugar a dudas, destacaba, en la sala situada a la izquierda del espacio central, el Friso Beethoven, obra del pintor secesionista Gustav Klimt.

El friso, al igual que el resto de las obras creadas para la ocasión, rendía homenaje al compositor. En esta ocasión, la elección precisa del tema se derivaba del reciente redescubrimiento de las obras de Beethoven y, más en concreto, de la versión que Richard Wagner había realizado de la Novena Sinfonía. De este modo, Klimt crea una reinterpretación visual de la misma que representa la búsqueda humana de la felicidad.

Itziar Martija: