El objetivo de este punto de vista consiste en permitir que el espectador se proyecte con mayor facilidad en el personaje anónimo que medita frente al paisaje, en lugar de distraerlo con su fisonomía.
El cuadro busca transmitir el sentimiento de lo sublime, la impresión de magnificencia y a la vez, de sobrecogimiento que produce el espectáculo de inmensidad de la naturaleza. La ocultación del rostro, es decir, la disolución de lo que podría definir mejor la individualidad de un cuerpo, constituye la metáfora visual de la disolución del individuo en el “todo” cósmico a la que aspira este pintor romántico alemán.