Arte | Cuadros, esculturas, pinturas y autores

Viajar es algo fascinante y maravilloso. Pero es una lástima comprobar cómo, en la mayoría de las ocasiones, esos viajes que hacemos para desconectar de las prisas y las tensiones de nuestro día a día, acaban siendo una nueva fuente de estrés.

Quien más quien menos se habrá encontrado inmerso, seguro que sin pretenderlo, en un viaje relámpago de esos en los que acabas visitando tantos lugares y viendo tantísimas cosas que todo se confunde. Todo se diluye tanto que uno no es capaz de recordar lo que ha hecho o visto, ni siquiera ese mismo día.

Deberíamos tomarnos nuestro tiempo. Que, al fin y al cabo, las vacaciones son para disfrutar y no para correr de aquí para allá. Este ha sido el espíritu de mi último viaje. Una semana completa dedicada a descubrir Florencia (cada uno elige lo que más le gusta y a mi Florencia me encanta).

Tengo que reconocer que parte de la intención del viaje era acercarme a muchos lugares (sobre todo museos e iglesias, que son lo mío) en los que no había estado y estudiar, in situ, cosas que aprovechar en mi trabajo. Ya había estado en Florencia tres veces. Pero, desgraciadamente, en ninguna de las ocasiones pasé allí más de dos días completos. Al final, siempre había acabado visitando los mismos lugares: el Duomo, los Uffizi, la Academia, la iglesia de la Santa Croce… y pocas cosas más. Vamos, el paquete típico.

Pero, esta vez me he tomado las cosas con filosofía y una ciudad que ya me gustaba ha cambiado ante mis ojos para convertirse en un sitio fascinante, plagado de arte, de paseos y de manjares.

Durante las próximas semanas espero descubrir el arte de algunos de esos edificios y rincones que se quedan fuera de los itinerarios habituales. Espero que os entre el gusanillo y que cuando volváis a Florencia, la ciudad también os parezca distinta.