Es precisamente durante el verano de 1997 cuando el artista tenía que atrevesar en coche con frecuencia el condado desde la residencia de su madre en Bridlington para visitar a su amigo Silver, que estaba enfermo, a punto de morir. Quizá la intensidad emotiva del momento agudizara la sensibilidad de Hockney ante el paisaje.
También es muy conmovedor saber que Hockney ha retomado el motivo pictórico de Yorkshire, gracias a la amistad, a la dedicacion a la familia y a la sensación de pérdida.
Su gran amigo Silver llevaba tiempo suplicándole a David que pintara algún cuadro sobre Yorkshire, pero el artista solo accedió a sus deseos cuando su amigo entró en fase terminal de un cancer. Una serie de obras muy reducida, una síntesis de los recuerdos de sus viajes en coche a través de los Wolds son fruto de la magna exposicón que alberga el museo bilbaino.