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Florencia. La Biblioteca Lurenciana

Detalle de una de las ménsulas del zócalo del vestíbulo

Para completar, a la vez, nuestro recorrido por Florencia y por el conjunto de la Basílica de San Lorenzo, dedicaremos una última entrada a la Biblioteca Laurenciana. Este edificio, anexo a la basílica, es, probablemente, uno de los mayores logros arquitectónicos de Miguel Ángel. Y es, también, la edificación que abrió las puertas al manierismo.

Desde una arquitectura en la que Miguel Ángel pretendía racionalizar la naturaleza, se pasará, en la Biblioteca Laurenciana, a otra en la que el artista marcó una clara diferencia entre los espacios exterior e interior, entre esa naturaleza y el lugar dedicado al estudio.

Quizá la parte más espectacular de la Biblioteca, desde el punto de vista arquitectónico, sea el vestíbulo o ricetto que da acceso a la biblioteca propiamente dicha. El vano de acceso al espacio de lectura se levanta a una considerable altura. Desde él, la escalera parece derramarse hasta suelo. El contraste entre su calle central y las laterales se acusa de forma dramática, gracias a la ingeniosa utilización de las líneas curvas y las rectas. Mientras en el centro los peldaños ondulan, creando auténticas espirales y son contenidos por la balaustrada, en los laterales se mantienen rectos y su severidad sólo se ve rota por las ménsulas que rematan estos tramos laterales.

Tramo central de la escalera del vestíbulo

Las paredes que flanquean la escalinata del vestíbulo se alzan, también, sobre un zócalo en el que se insertan ménsulas germinadas, que se apoyan en el vacío. Sobre ellas, a la misma altura del vano de entrada, columnas germinadas, encajadas en el muro, alternan con ventanas ciegas. El conjunto da la sensación de romper con todas las normas de la arquitectura. Parece como si el zócalo inferior y las ménsulas fuesen incapaces de sostener el peso de los elementos superiores. La arquitectura pierde su equilibrio y expresa con claridad esa fuerza contenida tan propia de Miguel Ángel.

Sala de lectura de la Biblioteca

Desde el vestíbulo, se pasa a una sala de lectura alargada y estrecha. Limitada por paredes blancas, articuladas con pilastras y ventanas de piedra gris, dispone a ambos lados de un pasillo central, los pupitres de lectura. Todo el conjunto fue proyectado por Miguel Ángel, desde las ventanas hasta el diseño del suelo y de los pupitres, aunque buena parte del trabajo se completó tiempo después de que hubiera abandonado Florencia.

A pesar de que el encargo de la Biblioteca Laurenciana fue realizado en época de León X, su construcción no comenzará hasta que Clemente VII tome cartas en el asunto. Desde finales de 1523 se suceden diseños diversos. Entre 1527 y 1530 las obras se verán interrumpidas por la situación política de la ciudad. A partir de esta fecha, se reanudarán las tareas en la Biblioteca, aunque Miguel Ángel estará más ocupado en la finalización de las Capillas Mediceas. Con su regreso a Roma, en 1533, la obra quedará en manos de otros artistas florentinos, con ocasionales intervenciones por parte de Miguel Ángel, como cuando en 1558, Ammannati le pidió ayuda para finalizar la escalera.

Itziar Martija: