En 1851, Millais pintó uno de los cuadros que más fama le proporcionarían. El tema, retoma la tradición prerrafaelita de adaptar pasajes literarios, en este caso del Hamlet de Shakespeare. Millais se vale, en este caso, de la narración que hace la reina Gertrudis de la muerte de Ofelia.
El cuadro es sorprendentemente sereno, sobre todo si se tiene en cuenta el tema del mismo. Prácticamente todo en él se reduce a la representación de la Naturaleza, de las plantas, del agua estancada y de los detalles de las ropas de Ofelia que se extienden por ella creando, junto con la vegetación, un tapiz bordado, de gran belleza.
Millais comenzó pintando el río, las plantas y las flores. Y lo hizo pintando directamente del natural, durante largas horas. Sobre ese fondo natural, pintó después la figura de Ofelia. Para ello se sirvió de Elisabeth Siddal a la que hizo posar, durante el invierno, sumergida en una bañera que calentaba por debajo con lámparas de aceite para evitar que el agua se enfriase y perjudicase la salud de la modelo.