Caza, violencia, sexo y orden social

Existe una idea bastante extendida de que las sociedades animales cuyos miembros practican la caza son sociedades en las que la estructura y el orden social se establecen, precisamente, mediante la agresión y la violencia. Y, como es lógico, se ha pretendido que esa noción es válida también en las sociedades humanas.

Recientemente, sin embargo, se han realizado observaciones que arrojan serias dudas acerca de la validez de esa noción. Los bonobos son primates muy parecidos a los chimpancés. Antes se les denominaba chimpancés enanos, y son la especie más parecida a Homo sapiens. Recordaré, a ese respecto, que en una de sus obras más conocidas, “The third chimpanzee”, Jared Diamond nos coloca como tercer chimpancé, junto a las otras dos especies.

Es conocido el hecho de que las sociedades de bonobos son sociedades centradas en las hembras y en las que es la práctica del sexo, y no la agresión, es el mecanismo que establece y refuerza el orden y la estructura social. Los bonobos tienen una merecida fama por su promiscuidad y por su afición a practicar sexo en muy diversas modalidades. Quizás por esa razón, algunos antropólogos pensaban que los bonobos habían dejado la práctica de la violencia hace un millón de años aproximadamente, cuando su linaje se separó del de sus primos chimpancés.

Sin embargo, tal y como se desprende de una serie de observaciones de campo realizadas por Gottfried Hohmann, resulta que los bonobos son, como sus primos, despiadados cazadores en grupo, capaces de comerse a sus presas, todavía vivas, mientras agonizan. En definitiva, si el ejemplo de los bonobos sirve de algo, no parece que la práctica de la caza conlleve necesariamente que las sociedades se estructuren mediante el ejercicio de la violencia ni, seguramente, tampoco lo contrario.

Referencia: Current Biology DOI: 10.1016/j.cub.2008.08.040

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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