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El tiempo del padre

El taxi avanza rápido. No hay tráfico y por eso apenas tiene que parar en un semáforo que hay a mitad de trayecto. Bajo la ventanilla, miro al cielo azul y me golpea la brisa. Miro a los lados, no hay nadie. En Pekín no hay nadie significa que no hay la multidud de otros días. Antesdeayer, hundido en el atasco, con la ventanilla subida para reducir en lo posible la dosis de P.M. 2.5 en los pulmones, este mismo camino me llevó tres veces más tiempo.

Dónde está la gente?

La línea 1, la roja, cómo si no, la que lleva a Tiananmen, está atestada. El 1 de Octubre todos quieren ir allí. Chinos que vienen de otras provincias. Unos van con bolsas, otros cuelgan fardos, otros llevan paquetes. Regalos para las visitas. Ruido, bullizo y carreras. Se nota que muchos no saben qué línea coger. Aquel joven consulta en un mapa qué salida tomar. Esa mujer duda si el vagón al que ha subido va en la dirección correcta.

Los días de fiesta, como los de esta “semana dorada“, Pekín es una ciudad amable. La mole de cemento te concede una tregua. Espejismos de calles vacías en los barrios de las afueras; miradas de recién llegado en el metro. Como si se quisiese reconciliar contigo diciéndote: ¿vés? esta es una ciudad de extraños, aquí todos están de paso, aquí todos están más o menos perdidos.

En todo esto iba pensando esta mañana, después de haber pasado por una plaza de Tiananmen abarrotada y después de haber visto las fotos, históricas, algunas sorprendentemente en color, que acompañan al texto. Hay más y se pueden ver aquí. Merecen la pena todas pero yo me quedo con dos.

Xi Zhongxun a la derecha, padre del actual Presidente de la República Popular China Xi Jinping. Bo Yibo a la izquierda, padre del caído Bo Xilai (defenestrado por el Gobierno de Xi, hijo). Y me ha venido a la cabeza el primer volúmen de la serie Una vida en China (Li Kunwu – Astiberri): El tiempo del padre, en la que el autor cuenta que a su padre también le colgaron un cartel parecido al cuello y cómo tuvo que pasar 10 años alejado de su familia.

De esas fotos, de ese tiempo, al paseo en taxi de esta mañana solo van treinta, cuarenta, años.
Un país de extraños.
Para todos.

Hodei Arrausi

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Hodei Arrausi

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