El nerviosismo en el cuerpo, la emoción en las entrañas: 7 años sin ‘Karmani’
Garazi Ramos.- 25 de julio de 2006, un hombre de 68 años acude puntualmente a su cita de txupinero. Lleva más de media vida haciéndolo. Esa mañana, como las otras 30 y tantas mañanas de los últimos 25 de julio, se despertó feliz. El nerviosismo en el cuerpo, la emoción en las entrañas. Se sentÃa bien… siempre se sentÃa bien los 25 de julio. Era muy consciente de que un año más, las fiestas de Ermua arrancarÃan con él.
Todo el mundo le conocÃa como ‘Karmani’, aunque su verdadero nombre era Jesús Mari Zanguitu. DebÃa su apodo a su afición por el ciclista mallorquÃn del mismo nombre. Casado y padre de cinco hijos. Amante de los festejos taurinos y el deporte rural…
A pesar de haber nacido en Eibar, era un ermuarra reconocido. Llegó a la localidad con 5 años y dió todo por ella, colaborando como solo él sabÃa hacer en nuestras fiestas. Tanto que sólo él sabÃa cómo ser el maestro de ceremonÃas de los Santiagos de la localidad.
Ese mediodÃa del 25 de hace 7 años, se dispone a lanzar el chupinazo de salida de las fiestas. Los cohetes de despedida, por el contrario, aunque los tiene preparados, están guardados en la recámara. No es el momento de pensar en despedidas…
Sobre las 12:00 hace acto de presencia en la calle Marques de Valdespina de la localidad. Una sonrisa en la cara, una felicidad compartida…
El experto manipulador de cohetes se limita a hacer lo que más le gusta. Envolverse en el aplauso del público y disfrutar de esos segundos de popularidad.
De repente, un silencio invade la plaza…
Uno de los cohetes pirotécnicos derriba a ‘Karmani‘. El alma en vilo, el corazón en un puño… El sabor más agridulce que jamás ha existido… Los ermuarras no dan crédito a lo ocurrido… están desorientados.
El hombre que se levantaba feliz, dispuesto a comenzar las fiestas un año más, el hombre que más disfrutaba de los Santiagos, nos decÃa adiós entre los sollozos de cientos de ermuarras.
Esa mañana de julio de 2006, nadie imaginaba que Karmani nos fuera a decir adiós… nadie sospechaba que se despedirÃa de nosotros haciendo lo que más le gustaba en el mundo…ni una sola persona pensaba que los cohetes de despedida se quedarÃan para siempre con él, guardados en la recámara…