Como en cualquier thriller, en WINTER’S BONE alguien investiga para encontrar a un desaparecido. Como ocurre en este género el personaje es acosado, amenazado y golpeado. Como en cualquier western, en WINTER’S BONE alguien persigue a un fugitivo por un asunto de dinero. Como en cualquier película de terror alguien tiene que atravesar un territorio tenebroso repleto de seres monstruosos para alcanzar su objetivo.
La diferencia es que aquí el héroe es una joven de diecisiete años que busca a su padre porque necesita que se presente ante la ley ya que, de otra manera, ella, su madre y sus hermanos menores serán expulsados de su casa. Y así REE DOLLY se verá lanzada a un mundo de miseria y corrupción, de gente que defiende violentamente su forma de vida medio salvaje, de clanes mafiosos, de tráfico de drogas a pequeña escala, de rencores familiares y de poderes firmemente establecidos.
La primera media hora de esta película es verdaderamente ejemplar en su presentación de personajes, en su recia puesta en escena, en su implacable retrato de una sociedad. La directora rueda con eficacia, los actores responden a las necesidades del guión, la acción avanza ejemplarmente.
Después, curiosamente, la película pierde algo de pie, se estanca, no sabe por donde seguir, hasta que encuentra una salida recurriendo a una narrativa mas convencional, a unos hechos mas habituales, aunque se reserva un pico de emoción para la penúltima secuencia.
Y en el epílogo encontramos un homenaje a DELIVERANCE, una película de hace cuarenta años que retrataba a estas comunidades de manera despiadada. No llega a tanto DEBRA GRANIK pero su película tiene mucha fuerza, la protagonista, JENNIFER LAWRENCE, y también el resto del reparto, compone un personaje inolvidable y WINTER’S BONE es uno de esos films que deja en el espectador una huella permanente. Sin alardes, sin efectos especiales, simplemente con una cámara que retrata la realidad. Una película que indica que todavía hay esperanza en el cine estadounidense.
Félix Linares