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EL CID. CINCUENTA AÑOS DESPUÉS

El Cid

Hace cincuenta años, en estos días, terminó el rodaje de EL CID, un título mítico que cimentó uno de los imperios cinematográficos mas efímeros de la historia: el de SAMUEL BRONSTON.

BRONSTON, nacido en RUMANÍA, en una zona dominada por RUSIA a principios del siglo pasado, fugitivo de los pogromos antijudíos de los zares, sobrevivió en PARIS como músico callejero y una vez llegado a ESTADOS UNIDOS se empeñó en trabajar en el cine donde vigiló para la COLUMBIA el rodaje de tres películas en los años cuarenta.

A finales de los cincuenta se plantó en ESPAÑA para rodar EL CAPITÁN JONES producida por su propia compañía para la WARNER BROS. Así descubrió un paraíso (fiscal) donde implantar un sistema de financiación de películas muy rentable.

ESPAÑA estaba rendida a los ESTADOS UNIDOS desde que EISENHOWER se diera una vuelta por MADRID rompiendo el aislamiento internacional, así que sus representantes se emocionaron ante la posibilidad de rodar superproducciones estadounidenses en terreno español y aceptaron todas las condiciones económicas que propuso el productor.

BRONSTON, además, financiaba sus películas con las aportaciones de exhibidores y distribuidores que después se beneficiarían del impacto de esas películas. Por eso necesitaba que fueran muy grandes, que contaran con famosas estrellas y que tuvieran mucho éxito. Para hacer la pelota a sus anfitriones empezó por abordar temas muy apreciados por el gobierno español. Su primera película fue REY DE REYES, la segunda EL CID, un film que contó desde el principio con la implicación de su protagonista CHARLTON HESTON, recién salido del éxito, y de los OSCAR, de BEN-HUR.

HESTON recuerda en su autobiografía que el primer guión que le mostraron estaba entre lo mínimamente aceptable y lo infecto. Tampoco le gustaba el director, ANTHONY MANN, del que recordaba que había hecho un par de interesantes películas del oeste con JAMES STEWART (en realidad MANN rodó con STEWART ocho films en los años cincuenta, cinco de ellos westerns, todos excelentes) y que por entonces seguía legalmente casado con SARA MONTIEL. Pero BRONSTON quería cineastas de prestigio en sus films y no aceptó un cambio, aunque consintió a HESTON el resto de sus caprichos: contrataron como director de la segunda unidad  a YAKIMA CANUTT (responsable de la carrera de cuadrigas de BEN-HUR) y a su hijo JOE como doble, PHILIP YORDAN se ocupó de rehacer el guión, arregló un encuentro entre la estrella y RAMÓN MENENDEZ PIDAL, asesor histórico del film, e incluso estuvo a punto de incluir a ORSON WELLES, con el que HESTON había rodado SED DE MAL, en el reparto como el gran enemigo del héroe.

Pero WELLES estaba metido en otras aventuras, en el teatro y preparando el rodaje de EL PROCESO. El reparto se completaba con una serie de actores ingleses de reconocida solvencia, la actriz francesa GENEVIEVE PAGE y los italianos RAF VALLONE y SOFIA LOREN que tuvo ciertos problemas de agenda y una química inexistente con el protagonista. Sus secuencias fueron las primeras que se rodaron.

Ella terminó su trabajo a finales de Enero y al día siguiente de rodar su último plano se cayó por las escaleras del hotel y se rompió un brazo. La película tuvo mucho éxito, quizá porque MANN la rodó como si fuera un western, y afianzó la posición de BRONSTON en el mundo del cine. Él creía que HESTON era fundamental para la continuidad de su proyecto, así que le ofreció el protagonismo de LA CAIDA DEL IMPERIO ROMANO que él no aceptó, seguramente, porque el director iba a ser, otra vez, ANTHONY MANN.

BRONSTON rápidamente cambió de película y le ofreció 55 DÍAS EN PEKÍN que puso en las manos de NICHOLAS RAY. El resto es historia. Incluyendo el éxito de LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO (protagonizada por SOFIA LOREN, que ya estaba en EL CID, y STEPHEN BOYD, el “malo” de BEN-HUR) y el desastre de EL FABULOSO MUNDO DEL CIRCO de HENRY HATHAWAY que puso fin al imperio de SAMUEL BRONSTON, a los estudios de LAS MATAS, los mas grandes de EUROPA en su tiempo, y a una aventura exótica en un momento en que el cine estaba cambiando. Ocurrió hace cincuenta años.

Félix Linares

 

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