ROBERT ANTHONY DE NIRO no es un actor cualquiera. Nació hace setenta años en el GREENWICH VILLAGE neoyorquino, hijo de artistas plásticos y poetas, con sangre italiana, albanesa, irlandesa, inglesa, alemana, francesa y holandesa en las venas, pero su apellido le ha marcado.
Incluso llegó a vivir en LITTLE ITALY donde era conocido como BOBBY MILK por su pálido color de piel. Tuvo claro desde el principio que quería ser actor, hizo sus pinitos cuando era niño en el teatro escolar y a los veinte años ya estaba a las ordenes de BRIAN DE PALMA haciendo sus primeras películas. No pasaron a la historia pero le sirvieron para conocer a MARTÍN SCORSESE.
ROBERT DE NIRO y HARVEY KEITEL competían por ser el favorito de MARTÍN. HAYVEY llegó antes, pero tras MALAS CALLES ROBERT fue contratado para hacer de VITO CORLEONE en la segunda parte de EL PADRINO.
Le dieron un OSCAR. Antes se lo habían dado a MARLON BRANDO por hacer el mismo personaje en la vejez. Se lo trabajó bien porque comenzando una costumbre obsesiva de perfeccionamiento que le llevaría a engordar veintisiete kilos para TORO SALVAJE, a destrozarse los dientes, y arreglárselos después, para EL CABO DEL MIEDO y a aprender a conducir taxis para TAXI DRIVER, se fue a SICILIA para ver como hablaban los naturales de la isla.
Así que SCORSESE ya tenía a su favorito. Así nació el TRAVIS BICKLE de TAXI DRIVER.
Así el tipo que asegura que no le gusta ver sus películas, porque se duerme, ay estas posturas de artista, entró en el OLIMPO. Llamabas a ROBERT DE NIRO y los productores soltaban la chequera y el público acudía en masa. BERNARDO BERTOLUCCI le llamó para NOVECENTO y, dicen, tuvo que darle una lección práctica de sexualidad para mejorar su personaje. ELIA KAZAN rodó con él su última película. Y SCORSESE le llamó de nuevo para hacerle cantar en NEW YORK, NEW YORK.
Eran los tiempos de los nuevos talentos: SCORSESE, COPPOLA y MICHAEL CIMINO, el tipo que se cargo medio HOLLYWOOD con sus películas desmesuradas. EL CAZADOR le emparejó con MERYL STREEP, su actriz favorita, con la que parece que va a hacer su cuarta película juntos, THE GOOD HOUSE. Después llegaría TORO SALVAJE y su segundo OSCAR.
Parecía que podían hacer cualquier cosa, pero la industria es implacable. La siguiente película que reunió a MARTÍN SCORSESE y a ROBERT DE NIRO fue EL REY DE LA COMEDIA. ¿Se acuerdan de ella? ¿La han visto? Sí, es aquella en la que se trabaja de resucitar la carrera de JERRY LEWIS. Fue uno de los fracasos mas monumentales de la historia. Casi acaba con SCORSESE, que solo se recuperó tres años después con JO, QUE NOCHE y EL COLOR DEL DINERO, y con DE NIRO que se vino a EUROPA a hacer de gangster en ERASE UNA VEZ EN AMERICA. Perdonados ambos. DE NIRO se fue a LA MISIÓN.
Empieza a hacer colaboraciones, brillantes, en BRAZIL, EL CORAZÓN DEL ANGEL, LOS INTOCABLES DE ELLIOT NESS.
Películas intimistas, ENAMORARSE, CARTAS A IRIS, DESPERTARES; otra vez SCORSESE: UNO DE LOS NUESTROS, CASINO; superproducciones: LLAMARADAS, FRANKENSTEIN; maniobras de prestigio: HEAT, LA CORTINA DE HUMO, un par de películas como director. UNA HISTORIA DEL BRONX, EL BUEN PASTOR, pero, seguramente a partir de FANÁTICO, DE NIRO se borra del cine. No le preocupa, el joven aquel que cobró cincuenta dólares por su primera película, ingresa veinte millones por hacer las secuelas de LOS PADRES DE ÉL. Le haremos el favor de olvidar que protagonizó un ridículo semistreaptease en MANUALE DE AMORE III.
ROBERT DE NIRO trabaja incansablemente. En 2.011 hizo cinco películas. Tiene cuatro rodadas que todavía no se han estrenado. Prepara otras tres. En el año 2000 recibió el PREMIO DONOSTIA e hizo gala de su laconismo. Pasó por BILBAO para presentar una selección de obras de su padre y dijo lo justo. Tiene varios restaurantes repartidos por el mundo, aunque la cocina francesa se le atragantó durante el rodaje de RONIN y la posterior investigación en torno a un burdel, en 2.002 levantó el festival de TRIBECA como una forma de revitalizar el NUEVA YORK deprimido tras el 11 de Septiembre del año anterior. El mas neoyorquino de los actores reconoce que después de haber recorrido el mundo le sigue gustando, mas que ninguna, su ciudad, porque solo allí puede sentarse en un bar sin llamar la atención y observar a la gente, su mejor método de trabajo. Es pues natural que fuera él el protagonista de aquélla película dedicada a NEW YORK, NEW YORK.
Félix Linares