Vivian Mary Hartley pasó a la historia como Vivien Leigh tras encarnar a la sureña Scarllet O´Hara de ‘Lo que el viento se llevó’, y a pesar de que muchos fueron los que pensaron que era americana, Leigh era una actriz de cine y teatro británica que nació en Darjeeling, la India, un 5 de noviembre de 1913.
Leigh fue instruida desde muy pequeña y sus padres, actores también y de familia acomodada le dieron una exquisita educación en la que se incluyó el de cumplir el deseo de la pequeña Vivien, que quería seguir los pasos de sus progenitores.
Se casó con Leigh Holman el 20 de diciembre de 1932 y al año siguiente tuvo a su única hija, Suzzane, pero pronto le agobió su vida domestica y la maternidad, algo que dicen tuvo que ver con el transtorno bipolar que padecía. En 1937 conocío al que sin duda se convirtió en el amor de su vida, Sir Lawrence Olivier. Con el trabajó en cine y teatro y a lo largo de 20 años mantuvieron una relación con altibajos.
En esos años gana dos Oscar por ‘Lo que el viento se llevó’ y también por ‘Un tranvía llamado deseo’ y sigue trabajando aunque su enfermedad y la tormentosa relación con su marido la van alejando de la escena. Se divorcia de Olivier en 1960 y se va a vivir con John Merivale a Londres. Los médicos le diagnostican una recidiva de la tuberculosis y le prohiben actuar y los cambios de clima y ella se retira a su casa a preparar su vuelta a los escenarios.
Pero Vivien no pudo hacerlo, murió en su casa de Londres tras arreglar unas flores y despedir a unos amigos. Dicen que Merivale llamó inmediatamente a Lawrence Olivier que estaba hospitalizado y pidió el alta para estar al lado de Vivien. En sus memorias, Olivier llegó a confesar que permaneció junto a ella a solas «pidiéndose perdón por todo el daño que se habían hecho» y que siempre la recordaría como el gran amor de su vida y seguro que el de la actriz, que pese a morir 7 años después de su divorcio, nunca se quitó el título de Lady Olivier.
Hace 100 años y un día que nació Vivien Leigh, a la que siempre recordaremos como Escarlata, la que juró que nunca volvería a pasar hambre.