Pamplona

El séptimo ascensor urbano de Pamplona, que conectará el II Ensanche con la nueva urbanización de Lezkairu, estará terminado para final de año, y entonces la ciudad podrá presumir de hallarse entre las localidades españolas con más elevadores en sus calles.

El director de Conservación Urbana del Ayuntamiento, Óscar Esquíroz, ha explicado a Efe que, de los 200.000 habitantes que viven en la meseta que es Pamplona, aproximadamente el 50 % reside en partes altas, mientras que la mitad restante lo hace en las zonas más bajas, por lo que los ascensores son una forma de “unir la ciudad”.

En 2004, se puso en marcha una política de movilidad que pretendía combatir los caprichos del relieve con la implantación del primer ascensor, para sumar uno en 2006, dos más en 2008 y otro par en 2010.

Esta solución ha recabado una gran aceptación, ya que los ascensores transportan anualmente a unos diez millones de usuarios: personas mayores, con muletas, en bicicleta, carritos de niño o de la compra salvan desniveles de hasta 21 metros, como en el caso del ascensor del Parque de la Media Luna, en apenas unos segundos.

“Las ventajas son indudables, como la reducción de tiempo en trayectos, la comodidad, la comunicación que permite, o traer vida a partes de la ciudad que se encontraban más apartadas. La movilidad mejora, y el elevado uso que se hace de estos instrumentos lo prueba“, ha recalcado.

Esquíroz ha achacado esta profusa utilización a la orografía y también a una “demanda social que en las ciudades del norte es más acusada que en otras partes de España”.

La distribución de los ascensores se ha efectuado atendiendo a los criterios de cubrir de manera homogénea los cuatro puntos cardinales y los diferentes núcleos de población por barrios: se han unido los de Iturrama y La Milagrosa, la Rochapea y el Casco Antiguo, el de San Juan, o el del II Ensanche y el Parque Fluvial del Arga.

Todas estas instalaciones se inscriben en el Plan Local de Movilidad Sostenible, que persigue dar preferencia al transporte urbano, la bicicleta y al peatón, promoviendo la accesibilidad en calzada con rebajes de acera, rampas y los elevadores.

Esquíroz ha asegurado que el objetivo es continuar con esta política, en virtud de la cual se prevé instalar en uno de los cuatro ejercicios de esta legislatura un nuevo elevador en Etxabakoitz, para comunicar este barrio con Barañáin y la parte suroeste de la ciudad.

Sin embargo, el director de Conservación Urbana ha apuntado que existe un aspecto que hay que tener en cuenta antes de acometer nuevos proyectos: el coste de los ascensores, que ha tachado de “alto“, ya que oscila entre los 10 y los 35 céntimos por persona y viaje.

En el caso del ascensor de la calle Descalzos, que es doble, el coste asciende hasta los 1,2 euros, por lo que Esquíroz ha señalado que se deberían contemplar medidas como alguna restricción en los horarios, sobre todo en el nocturno, cuando se suele producir “un uso inadecuado“.

Para racionalizarlo, cada uno o dos años se lanzan campañas de civismo encaminadas a favorecer un uso “sostenible en el tiempo” y a evitar actos de vandalismo, lo que, según Esquíroz, ha reportado unas mejoras “evidentes“.