Vascos en el mundo

De Serrat a Sabina pasando de Savater

Tuvo que ser una argentina la que me dijera que Serrat tenía una canción de nombre Edurne. Ni siquiera mi mujer, que es forofa del catalán desde el tiempo en el que a mí también me gustaba -luego, como que le puso a todo demasiado tembleque, para mi gusto-, la conocía. En Argentina, tan de tripletas, arrasan Serrat, Sabina y Savater. Sí, también Savater, consagrado como filósofo de corte en el Cono Sur y en México, muy especialmente.

Como al viento, la lluvia y el trueno/ le parieron al sereno,/ a la sombra de un nogal.
Con helechos le hicieron su cuna,/ la abrigó un rayo de luna/ y a lo lejos le mecía el mar.
Abestu Edurne,/ abestu Edurne./ Hori da zure Herrie.

  

Y sigue. Es, por lo que me dicen, de la etapa en que Euskadi era el modelo y la mujer, de Tolosa, Edurne por ejemplo, la musa. Dicen los serratólogos, las serrratólogas casi siempre, que Joan Manuel siempre fue enamoradizo, que estuvo en Gipuzkoa y que se topó con una mujer a la que llamó Edurne y que le duró un tiempo.

Hoy, Edurne no da el tipo de mujer joven, comprometida, zurda. Hoy entras en google con Edurne y te encuentras de primeras con la web oficial de una madrileña que hace “rock contemporáneo”, con club de fans, que se dio a conocer en OT, que… Nada que ver con la Edurne de Serrat, ni con la de los comics de Egillor, para quien este nombre era la síntesis de una señora clásica de batzoki. Me pregunta la argentina qué quiere decir Edurne, y le digo que Nieves. No me da chance a explicarle que no todos los nombres vascos y sólo los vascos tienen por qué querer decir algo en español…

Hablando de la otra S, de Sabina, no sé si en Euskadi se conoce la relación que tuvo con Mezo Bigarrena, un algorteño que terminó con su vida en el bosque porteño de Palermo. Mezo decía entre otras cosas que Sabina le robaba las letras y él le robaba las mujeres. En todo caso, hay una letra que no pudo robar: la que le dedicó a su muerte.

Flores En La Tumba De Un Vasquito es el título, y dice:

 

Excepto las de la imaginación/ había perdido todas las batallas./ Un domingo sin fútbol nos contó,/ vencido, que tiraba la toalla/ y nadie lo creyó.

Pero, esta vez, no iba de farol;/ al día siguiente se afanó una cuerda/ y en lugar de rezar una oración,/ mandó el mundo a la mierda/ y de una ‘palo borracho’ se colgó.

Debía "luca y media" de alquiler,/ dejó una herencia un verso de Neruda,/ un tazón con pestañas de papel/ flotando en el café/ y una guitarra tísica y viuda.

Lo poco que tenía lo invirtió/ en un hueso de lujo para el perro/ y en pagar al contado la mejor/ corona que encontró…/ para que hubiera flores en su entierro.

Veinte años atrás lo conocí/ en Londres, conspirando contra Franco… Joaquín Sabina conoció al Vasco Bigarrena -Bigarrena, porque el primero era su padre- en Londres. Y Mezo conoció a todo el mundo de cantautores y músicos comprometidos de América Latina, y todos dicen que podía haber sido el mejor, si hubiera sabido convivir consigo mismo.

A Savater, para terminar, le pueden sacar cantares, pero difícilmente versos.