Vascos en el mundo

Lindas historias de amor entre gentes lindas

 No sé si es verdad lo que cuenta la hija de Jorge Eliécer Gaitán acerca de su breve pero intensa relación amorosa con Salvador Allende. No sé si será verdad que perdió un hijo suyo, de un embarazo buscado para que naciera un descendiente de dos grandes hombres. No sé si es verdad o si se lo ha inventado la hija de Gaitán, pero lo que parece evidente es que (casi) todo el mundo lo vería como una linda historia de amor.

Una linda historia de amor con final feliz y nombre poético es también la de la hija de Mitterrand, un activo que los socialistas han utilizado en la campaña a favor de Ségolène, que parecería contar ella también de momento con una linda relación de amor con su marido, que no esposo. Echo mano de la acertada manera venezolana de llamar esposa/o cuando hay papeles por medio, y marido/mujer cuando tal cosa no es evidente o es evidente lo contrario.

  

La relación de Sarko, aristócrata centroeuropeo con cara de pobre, y Cecilia, elegante nieta de Albeniz, no es tan linda, pero seguro que le terminan encontrando aspectos positivos. Conocidas y aceptadas son también las relaciones profesionales entre monarcas, ellos y ellas, aunque sólo ellos pueden permitirse el lujo de no ocultar las relaciones por amor -así las llaman-, ésas que tanto mediohermana-o ha dado a príncipes e infantas, o medio tío, que sería el caso del Borbón con más borbónica nariz que anda por ahí.

Se ha hecho de la discreción sobre asuntos de cintura para abajo una virtud democrática, un gesto políticamente correcto, aunque por bajines se amenace, se chantajee con hacerlo público. Los vascos somos especialmente virtuosos al respecto. Porque no vayan a pensar que aquí, entre nosotros, entre nuestros valorados líderes no hay asuntos de faldas y de pantalones, como podría deducirse de la ausencia de escándalos, públicos. También los medios de comunicación son virtuosos sobre el particular, salvo que se trate de desprestigiar al terrorista, es decir, salvo que sea por una buena causa.

No hay reunión de periodistas, por cierto, que no incluyan confidencias sobre ese alcalde que le echa los tejos a cuanta periodista guapa aparezca por palacio, sobre ese ministro que tiene amigo, sobre aquella dirigente política enrollada con la locutora buenorra, sobre aquel jesuita massmediático que se le van los ojos y la mano tras los efebos, sobre esos futbolistas que se lo montan en el vestuario. Hubo un tiempo ya pasado en el que se daba por supuesto que casi todos/as los/las deportistas eran bisexuales, lo que las estadísticas desmienten reiteradamente.

Bueno, que nada, que todo estas historias son o pueden ser lindas si son historias de amor, y si se escriben entre gentes limpias, porque lo de los pobres sería promiscuidad, amancebamiento y todo esas palabras tan feas, tan poco lindas.