La antención por la representación detallada y naturalista de la anatomía del cuerpo humano se remonta a la antigua Grecia. El arte clásico, que floreció en el siglo V a.C., se caracterizó por la búsqueda de la belleza física, representada en cuerpos atléticos de detallada musculatura.
El Renacimiento, cuya esencia es el retorno a las formas clásicas, griegas y romanas, emprenderá desde el siglo XV, una recuperación de estas inquietudes y centrará su interés en el conocimiento de la anatomía humana como expresión de sus ideales antropocentristas.
Entre los artistas del siglo XVI, Miguel Ángel ocupará una posición especial por su carismática interpretación de las formas humanas, desbordantes de vigor e intensidad. Esta fuerza interna que anima cada uno de los cuerpos del artista se conoce con el término de terribilitá, una palabra procedente del italiano y posiblemente acuñada por Julio II que bautizó a Miguel Ángel como “uomo terribile”.
Desde muy jóven, Miguel Ángel se afanó en el estudio de la antomía humana, para lo que recurrio, como otros muchos artistas y científicos, a la disección de cadáveres en el hospital de San Lorenzo. Así pudo conocer de primera mano todo lo que se escondía tras la piel de los cuerpos, para después plasmarlo de forma detallada y muy expresiva en sus pinturas y esculturas.
Los cuerpos creados por Miguel Ángel son formas robustas, enérgicas, que poseen unas características marcadamente masculinas. En muchas ocasiones se ha acusado al artista de desconocer el cuerpo femenino o de no saber representarlo, aunque los debates más recientes desechan esta hipótesis.
Como muchos otros aspectos de su arte, la concepción anatómica de las figuras miguelangelescas y el espíritu que las anima, fue objeto de estudio e imitación por los artistas posteriores, en espacial los del período Barroco, que centrarón sus esfuerzos en la representación de los sentimientos, el movimiento y la fuerza. Rubens, del que se conservan nuemerosos estudios relacionados con la obra de Miguel Ángel, da muestra de ello en esta obra inspirada en el luneto situado sobre el Juicio Final de la Capilla Sitina, en el que se narra el episodio de Moisés y la serpiente de bronce. Como en muchos otros casos, Rubens realiza una adaptación tal de la composición miguelangelesca, dando nuevos posicionamientos a algunas figuras o eliminando otras, que acaba creando una obra absolutamente nueva.
Please comment with your real name using good manners.