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La Virgen del Canciller Rolin de Jan Van Eyck

 

Un hombre maduro con las manos juntas se arrodilla en el reclinatorio ante la Virgen María. Un ángel sostiene la corona de oro sobre la cabeza de la reina de los cielos con el Niño Jesús sentado en su regazo como si fuera un trono.El niño lleva el símbolo de su poder en la mano, la esfera imperial de cristal y con la otra esta bendiciendo al hombre arrodillado. La luz de la puesta del sol ilumina la escena piadosa que es un recordatorio del mas allá. Se incluye en el género de donantes medievales.

A pesar de ello, no permanece ausente el esplendor terrenal: el manto del hombre, de brocado de oro con adornos de visón, es más ostentoso que el manto rojo de la virgen. La escena se desarrolla en un suntuoso palacio en un alto. Los arcos de la ventana se abren a un paisaje montañoso a lo lejos, un río y los edificios de una ciudad.

Esta obra de Van Eyck, se diferencia de las representaciones piadosas medievales en más detalles. Hace alusión al comienzo de una nueva era y, al mismo tiempo, al carácter de donante: el personaje no aparece en la forma habitual con un santo a su lado como intermediario. Está arrodillado solo, al mismo nivel y del mismo tamaño que la virgen. En lugar de replegarse humildemente en el borde inferior del cuadro, ocupa toda la mitad izquierda.

Nicolás Rolin fue el canciller del ducado de Borgoña. Había convertido a su duque, Felipe el Bueno, en el soberano más insigne de la época. Durante los casi 40 años que se mantuvo en el cargo, sextuplicó la extensión del ducado de Borgoña en relación con la provincia francesa.

Tanto el canciller como el pintor trabajaron al servicio de Felipe el Bueno. El pintor, con un cargo vitalicio, tenía como tarea principal realizar las pinturas según los deseos de Felipe. Por desgracia no han llegado hasta nosotros todos estos encargos áulicos pero si han llegado hasta el día de hoy pinturas que hizo de sus contemporáneos como por ejemplo el banquero italiano Arnolfini o el propio Nicolás Rolin.

Sobre el reclinatorio aparece un libro de horas. Van Eyck también pintó miniaturas para este tipo de manuscritos que poco a poco se fueron convirtiendo en valiosos objetos de colección. En ellos se indicaban las oraciones correspondientes a cada hora del día. El texto de este libro, que comienza con la letra D, no se ha podido descifrar del todo. Las manos del canciller, juntas por encima del libro, son blancas y están bien cuidadas.

Hasta ahora se ha intentado en vano localizar este detallado paisaje animado con más de 2000 figuras. Las ciudades que se extiende a ambos lados del río se identificaron como Gante, Brujas, Ginebra, Lieja, Autun, Praga, Maastricht y Utrech. Al parecer no se trata de una reproducción realista de un lugar concreto, sino de una síntesis de impresiones de distintos viajes. Solo se pueden identificar algunos detalles aislados como la torre  de la catedral de Utrecht o la catedral de San Lamberto de Lieja.

Iker Landeta: