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Holman Hunt y la moral victoriana

La tensión entre los personajes es absolutamente palpable en sus posturas y gestos y, sobre todo, en sus manos

Muchas veces se ha tildado a William Holman Hunt como el gran moralista de la Hermandad Prerrafaelita. Uno de los temas que con más interés trataron los miembros de la misma, fue el de la mujer caída. Pero ninguno de ellos supo dar a este tema una carga de conciencia moral y social tan grande como Hunt.

En varias de sus primeras obras, como Claudio e Isabella (1849) o Valentín rescatando a Silvia de las manos de Proteo (1851), tomado de William Shakespeare, ya muestra, claramente, esta preocupación por la relación hombre-mujer, por el consentimiento mutuo de esas relaciones. En esta última la tensión entre los personajes, unidos por lazos de amistad y traición, se percibe claramente en la forma en la que nadie se cruza la mirada con nadie mientras, sin embargo, las manos de cada uno de ellos reflejan, claramente, la posición de cada uno con respecto al otro.

Pero tanto el tema como la preocupación social de Hunt por la idea de la prostitución y de la mujer-amante tendrán su culminación en la obra titulada el Despertar de la conciencia.

En un típico interior victoriano un caballero acaba de llegar para visitar a su amante, vestida solamente con ropa interior, y, en un momento de plena lucidez, ella parece tomar conciencia repentina de su propia vida, de cómo su existencia se reduce a ser la amada de este hombre, a vivir entre estas cuatro paredes. La joven ha tomado la decisión de dar un giro a su vida.

La pintura está repleta de todo tipo de símbolos que no hacen sino repetir la idea de la mujer encerrada, de la mujer perseguida por la sociedad victoriana. Un gato acosa a un pajarillo bajo la mesa, las lanas de la labor de la joven aparecen completamente enredadas a la derecha de la pintura y uno de los guantes del amante junto a una partitura de Tears Idle Tears, aparecen tirados por el suelo.

La modelo para el cuadro fue Anne Miller, una joven a la que Hunt halló en un pub, llevando una vida similar a la de la protagonista de la obra. El pintor se enamoró de ella y la ayudó a cambiar de vida. A su regreso de Jerusalén, ya convertido en un hombre rico, trató de volver con ella pero la joven se había convertido en una exitosa modelo y rechazó a Hunt, para acabar convirtiéndose en la mantenida de un aristócrata y ser el fiel reflejo de la pintura de Hunt.

Itziar Martija: