Athletic Club Bilbao

El Athletic Club ha pagado en la última jornada el mal juego que ha venido desarrollando en las últimas semanas y se ha complicado más de lo que esperaba el billete europeo que tendría casi en la mano de haber puntuado en Cornellà-El Prat.

El equipo bilbaíno volvió a soltar ante el Espanyol, en un encuentro decisivo para la clasificación europea, el pobre fútbol que ha ofrecido desde la visita del Real Madrid a Bilbao. Cuatro partidos seguidos de los que apenas si pueden salvarse, en cuanto a juego, la primera mitad de la primera parte del choque ante la Real Sociedad en San Mamés.

En Barcelona fueron especialmente sangrantes para el equipo bilbaíno los balones a la espalda de los centrales, lo que llevó a Joaquín Caparrós a tomar una decisión casi inédita en él: la de colocar un tercer central y una defensa de cinco para frenar el boquete que se abría una y otra vez entre Borja Ekiza y Fernando Amorebieta.

En un técnico que tiene el 4-4-2 casi como sistema inamovible, la decisión tomada deja claro el rendimiento defensivo de su equipo.

Otras veces, el evidente mal juego rojiblanco, como en Pamplona y en la segunda parte frente a la Real, las victorias obtenidas habían matizado lo visto sobre el terreno de juego.

Pero la derrota de ayer ante el Espanyol aboca al Athletic a pelear en las cuatro últimas semanas por evitar la desilusión de verse fuera de Europa que en los últimos años se ha llevado la afición bilbaína en las últimas jornadas.

Ahora, el objetivo rojiblanco vuelve a ser más el de entrar en Europa, sea como sea, que en tratar de no caer a la séptima plaza, una posición que obliga a disputar más previas de la Europa League y a comenzar mucho antes de lo esperado la temporada.

Una ambición todavía encomiable pero cuya consecución probablemente demande de un fútbol muy superior al que está ofreciendo en las últimas jornadas el Athletic.