Cerebros masculinos, cerebros femeninos (II)

En la entrada de ayer me referí a las diferencias anatómicas entre el cerebro masculino y el cerebro femenino. Pero como dije, las diferencias no son sólo anatómicas, también difieren en otros aspectos, y aquí voy a tratar de uno de ellos, el de los circuitos del dolor.

Hay suficiente evidencia de que las mujeres sufren dolor con mayor frecuencia e intensidad que los hombres. No todos los estudios coinciden en ello, pero en aquellos en que se han observado diferencias de este tipo, la diferencia siempre ha consistido en que las mujeres sufren más dolor que los hombres.

Algunas investigaciones se han centrado en estudiar un circuito que conecta dos regiones del cerebro con la médula espinal (baste con las siglas PAG y RVM para denominarlas porque los nombres completos son demasiado largos e innecesarios a estos efectos). Cuando el circuito es activado por una señal de dolor, lo puede atenuar desencadenando una secuencia que conduce a la liberación de endorfinas que, a su vez, se unen a receptores opiaceos, inhibiendose así la señal de dolor.

Pero no se sabe cómo funciona este circuito en el cerebro femenino. Se sabe, eso sí, que en las mujeres es más densa la conexión entre esas dos áreas, PAG y RVM, que en los hombres, pero parece que esa vía no funciona en las mujeres para eliminar el dolor. Hay datos que sugieren que los hombres utilizan unos receptores sinápticos (NMAD) en algunas de esas regiones que las mujeres no utilizan. Y ello ocurre, seguramente, porque las hembras utilizan un circuito en el que no intervienen esos receptores. Y por sorprendente que pueda resultar, parece ser que la capacidad para mitigar el dolor en los cerebros femeninos está, al menos en parte, ligada a una variación genética, específica de sexo, relacionada con la regulación el color del pelo y de la piel en humanos (Mc1r). De hecho, las mujeres pelirrojas tienen menor capacidad de mitigar el dolor, algo que no ocurre a los hombres pelirrojos.

A día de hoy es poquísimo lo que sabe sobre estas cuestiones, pero si se confirma que, efectivamente, los circuitos neuronales del dolor son distintos en hombres y mujeres, ello podría explicar por qué unos y otros responden de forma diferente a los analgésicos opiaceos. Y se trata de cuestiones de gran importancia, sobre todo para las mujeres, porque un mejor conocimiento de los circuitos del dolor en el cerebro femenino, permitirá contar con analgésicos específicos más eficaces y combatir así el dolor con mayores posibilidades de éxito.

Nota: la fuente es la misma que la utilizada en la entrada anterior.

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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