Es una tradición que se remonta a la década de los 60 y que tuvo un impasse cuando la Real se mudo del estadio de Atotxa a Anoeta. A mediados de esa década se empezó a lanzar un cohete para anunciar el gol visitante y dos cohetes para anunciar los goles txuri-urdines.
Patxi Alkorta fue el que dio comienzo a este ritual para que los marineros que faenaban en la costa tuviesen conocimiento de la suerte del equipo txuri-urdin.
Pero en días de partido, todos los donostiarras se paraban en las calles al oír un cohete, esperando escuchar el segundo para no llevarse una decepción.
Cuando el equipo txuri-urdin dejó Atotxa para irse al estadio de Anoeta, la costumbre del cohete también acabó. Ya no tenía sentido lanzar un cohete que no escucharían los marineros en la lejanía.
Sin embargo, en la temporada 2006-2007 se recuperó esta tradición cuando el partido contra el Sevilla no se pudo televisar, por problemas con los derechos del equipo andaluz. Juan Iturralde es ahora el encargado del ritual.