Serio y británico, muy británico. Así permaneció toda la gala de los Oscar Colin Firth.
Las quinielas le daban por favorito, tenía todas las papeletas para llevarse el premio a Mejor Actor por su interpretación del rey Jorge VI en la película de Tom Hopper.
Poco después de empezar la gala, Kirk Douglas se preparaba para anunciar que Melissa Leo se llevaba el Oscar a la mejor interpretación de reparto y sugería a Firth sonreír.
No fue el único que intentó arrancarle una sonrisa, pero lo cierto es que con todas las nominaciones que tenía ‘El discurso del rey’, 12, las estatuillas se iban escapando y cuando sólo faltaban por entregarse los cuatro premios gordos de la noche la cinta sólo tenía en su haber el de mejor guión original.
El británico ya había perdido el pasado año el Oscar en favor de Jeff Bridges, y tal vez se sentía algo incomodo, pero entonces Sandra Bullock apareció en el escenario para enunciar los nombres de los nominados.
Saludo a Bardem con un “Hola Javier”, dijo a Jeff Bridges que no podía repetir, habló de la presencia de James Franco en la serie ‘General Hospital’ recordó A Jesse Eisemberg que seguía esperando que le aceptase en su Facebook y abrió el sobre declarando que Firth era el mejor actor del año.
Su discurso fue correcto, lleno de agradecimientos a sus compañeros de reparto y elogios a sus rivales. Como buen británico dejó entrever algo de la conocida flema british. Como punto final a su elocución Firth pidio disculpas porque tenía muchos impulsos que desahogar en el backstage.
Lo cierto es que la velada fue de ensueño para el actor británico que según sus propias palabras perdió la cuenta de todo lo que estaba pasando y no fue lo único que perdió porque Firth se olvidó el Oscar encima de la cisterna del retrete de un aseo.
Durante una de las fiestas posteriores a la gala Colin Firth acudió al servicio y dejó el Oscar sobre el ‘trono’ y al marcharse lo dejó allí olvidado. La encargada del guardarropa buscó al actor insistentemente hasta que le devolvió la codiciada estatuilla.