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‘Cisne Negro’, por Félix Linares

Cisne Negro

DARREN ARONOFSKY es un cineasta dado al exceso.

Tras el enorme fracaso que supuso LA FUENTE DE LA VIDA, su proyecto mas personal, se decidió a conquistar la fama y empezó a trabajar con elementos que le aseguraran la atención de los espectadores.

En EL LUCHADOR trazaba la biografía de un perdedor apoyado en la figura de MICKEY ROURKE y ahora cuenta la historia de una candidata al éxito con la aportación de la actriz NATALIE PORTMAN. Pero ARONOFSKY tiende a comportarse de manera desmesurada y a llamar la atención y lo que, en principio, es la historia de una muchacha enfrentada a sus circunstancias y a ella misma, sobre todo por cargar con los traumas de su madre, acaba convertida en una película de terror repleta de sombras que cruzan la pantalla, espejos que reflejan lo que no deben, sustos algo infantiles y música impactante.

CISNE NEGRO es algo así como una nueva versión de CARRIE, con algunos elementos de SHOWGIRLS, realizada con la estética de DARIO ARGENTO. Pero ARONOFSKY juega además otra baza: la del prestigio que proporciona un asunto relacionado con la alta cultura, como es el ballet, que al mezclarse con cierta procacidad busca el escándalo aunque sea a costa de introducir elementos sexuales algo primarios.

A la hora de adoptar un estilo, el cineasta, enfático como siempre, ha elegido la cámara al hombro para acercarse y alejarse de sus personajes con libertad, lo que convierte las representaciones de ballet en algo discutible ya que retrata los rostros y no los pies, lo que permite al mismo tiempo disimular las carencias de su estrella.

Reconozco no disfrutar con las películas forzadas al impacto, ni con las diseñadas al milímetro para gustar a un público mayoritario, ni con las que plantean metáforas muy evidentes, así que entenderán que no lo haya pasado bien con CISNE NEGRO, pero estoy razonablemente convencido de que el esfuerzo de NATALIE PORTMAN está bien recompensado con un OSCAR y que la película tendrá una carrera comercial floreciente. Esta es una película de  emociones fuertes y de pensamiento débil y sirve para pasar un rato con el sentido crítico desconectado.

Félix Linares

Ederne Frontela:
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