Innovación, juventud y frescura. Eso era lo que buscaba la Academia a la hora de decantarse por Anne Hathaway y James Franco para presentar los Oscar, pero parece que el experimento pincho, porque la crítica se ha cebado con los presentadores.
Para muchos la gala comenzó de forma divertida con los dos actores metidos dentro de las películas protagonistas del año, como ‘Origen’, ‘Valor de Ley’, ‘Cisne Negro’ o ‘La red Social’.
Pero a partir de entonces, después de que ambos hiciesen acto de presencia en el escenario las cosas comenzaron a ir cuesta abajo.
Hathaway se cambió de vestido y peinado hasta ocho veces. Entre los cambios de vestuario cantó emulando a Judy Garland, elogió a su compañero por su nominación al Oscar, hizo un guiño a Hugh Jackman y a su propia madre, presente en el patio de butacas y para muchos emuló demasiado a Judy Garland, en quien la quieren convertir los hermanos Weinstein en un futuro biopic.
Franco estuvo aséptico, soso y twitteo desde su movil toda la gala, pero lo cierto es que en sus apariciones en el escenario se le achaca estar muy despistado y sólo puso el toque de comedia cuando apareció vestido como Marilyn Monroe en ‘Los Caballeros las prefieren rubias’.
72 horas después de esa gala los rumores dicen que la pareja no funcionó en el escenario porque se odian. Según US Weekly ese sentimiento nació entre los actores durante los ensayos de la ceremonia en la que ella ponía todo de su parte y él estaba en su propio mundo pasando de todo.
Los representantes de ambos se han apresurado a desmentir estas declaraciones. Los de Franco dicen que es mentira y los de Hathaway confirman que la actriz se lo pasó muy bien con él.
Digan lo que digan, los productores están furiosos, Franco no acudió a su propia fiesta post Oscar y Hathaway es la única que se salva de los críticos que claman por la vuelta de Billy Crystal y Hugh Jackman como maestros de ceremonias de una gala en la que, este año, se obviaron piezas como estas.