El pasado 22 de noviembre Bernardo Sánchez Salas presentaba el libro ‘Borau, La vida no dá para más’, un repaso a la vida del productor, guionista, crítico, director y actor ocasional que fue José Luis Borau, al que muchos consideran un cineasta valiente.
Nacido en Zaragoza en 1929, lo suyo parecía ser el Derecho, estudios que comenzó a cursar en 1949, pero después de ejercer como crítico de cine en el Heraldo de Aragón decidió centrarse en la cinematografía y en 1957 entró en la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid. Su proyecto de fin de carrera fue el cortometraje ‘En el Río’. Este trabajo y otros de los que vinieron después hicieron que se le considerase la gran esperanza de “nuevo cine español”.
Pero Borau decidió escapar del cine psicológico de sus contemporáneos y probó con el spaghetti western (Brandy) y el thriller (Crimen de doble filo). Y tras realizarlas llegó a la conclusión de que si quería hacer el cine que le gustaba debía fundar su propia productora, y lo hizo al crear El Imán. A lo largo de una década rodó sobre todo anuncios y produjo películas de otros. Además, trabajó como profesor de guión de la Escuela Oficial de Cinematografía.
En los años siguientes llegaron ‘Hay que matar a B.’,’Furtivos’, con la que ganó la Concha de Oro en en Zinemaldia de 1975, ‘La Sabina’, ‘Tata Mía’ o ‘Niño Nadie’.
En 1993 llevó a la gran pantalla ‘Celia’, las historias surgidas de la mente de Elena Fortún y entre 1994 y 1999 fue presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográfica. En 2001 su película ‘Leo’ le dió el Goya al mejor director.
Siguió escribiendo y tras la muerte de Fernando Fernán Gómez ocupó el asiento de la B en la Real Academia de la Lengua Española desde 2008 hasta este pasado viernes cuando, como dice el título del libro de Bernardo Sánchez Salas, la vida no le dió para más.