El concierto de flauta de Adolph Menzel. Parte II ( última )

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 El rey no invitaba a las veladas musicales a los principales ministros, sino a aquellos hombres que le parecían agradables porque los conocía desde sus tiempos de príncipe heredero o aquellos que le parecían interesantes por su talento. Tampoco estaban presentes sus hermanos: tres de los seis vivían todavía y Federico mantenía con ellos una relación más o menos tensa.

 También estaba ausente la esposa del rey, que nunca pisó el palacio de recreo de Sanssouci. El padre de Federico II, Federico Guillermo I, había obligado al príncipe a contraer matrimonio y éste había jurado que repudiaría  a la princesa de Bevern. El príncipe mantuvo su palabra. A fin de cuentas no podía cumplir sus deberes de sucesión ya que se creía incapaz de procrear. El rey residía generalmente en Potsdam y la reina de Berlín. 

La mujer con mayor luz por el brillo de la lámpara es la hermana de Federico, Guillermina, casada con el margrave de Bayreuth. En la infancia había ayudado a su hermano, tres años menor, a soportar la severidad brutal del padre, además de la educación militar y la vida cortesana. Más tarde siguió siendo su confidente y fue sin duda la única mujer por la cual sentía afecto profundo y duradero. Menzel la coloca en el lugar donde le correspondería colocarse a la reina

Menzel ha pintado cuatro mujeres en este cuadro, subrayando su presencia con el colorido de sus trajes. Contrastan fuertemente con los hombres, en su mayoría de negro, que se mantienen en la sombra. Estas damas exceptuando a su hermana son damas de honor.

No sólo las mujeres lo tenían complicado en la corte. El rey menospreciaba al género humano y no estimaba más que a unas personas, como por ejemplo su profesor de flauta Johann Joachim Quantz, de pie en el borde del cuadro. Carl Philipp Emanuel, hijo de Sebastian Bach, por el contrario le acompañaba con el cémbalo como se puede apreciar en la pintura.

En muchas casa alemanas se tocaba el violín, la flauta o el piano. La música formaba parte de cultura familiar. Pintando al rey como músico, Menzel acercaba al monarca a la sociedad como un hombre accesible. Con este cuadro se evoca una escena relajada y muy familiar como sucedía en tantísimas casa alemanas de la época. A través de este cuadro Menzel nos habla del día a día de un monarca.

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