En su obra Los Nueve Libros de la Historia, Herodoto, narra la historia mítica de los hermanos Cleobis y Bitón. Sus estatuas, levantadas en honor a su hazaña en el Santuario de Delfos son además una obra fundamental del arte griego arcaico del siglo VI a.C.
…Excitada la curiosidad de Creso por este discurso de Solón, le preguntó nuevamente a quien consideraba después de Tello el segundo entre los felices, no dudando que al menos este lugar le sería adjudicado. Pero Solón le respondió: “a dos argivos, llamados Cleobis y Bitón. Ambos gozaban en su patria una decente medianía, y eran además hombres robustos y valientes, que habían obtenido coronas en los juegos y fiestas públicas de los atletas. También se refiere de ellos que, como en una fiesta que los argivos hacían a Juno fuese ceremonia legitima el que su madre hubiese de ser llevada al templo en un carro tirado por bueyes, y como éstos no hubiesen llegado del campo a la hora precisa, los dos mancebos, no pudiendo esperar más, pusieron sus cuellos debajo del yugo, y arrastraron el carro en que su madre venía sentada, por espacio de 45 estadios, hasta que llegaron al templo. Habiendo dado al público que a la fiesta concurría este tierno espectáculo, les sobrevino el término de su carrera del modo más apetecible y más digno de envidia; queriendo mostrar en ellos el cielo que a los hombres a veces les conviene más morir que vivir. Porque como los ciudadanos de Argos, rodeando a los dos jóvenes celebrasen encarecidamente su resolución, y las ciudadanas llamasen dichosa a la madre que les había dado el ser, ella muy complacida por aquel ejemplo de piedad filial, y muy ufana con los aplausos, pidió a la diosa Juno delante de su estatua que se dignase concederá sus hijos Cleobis y Bitón, en premio de haberla honrado tanto, la mayor gracia que ningún mortal hubiese jamás recibido. Hecha esta súplica, asistieron los dos al sacrificio y al espléndido banquete, y después se fueron a dormir en el mismo lugar sagrado, donde les cogió un sueño tan profundo que nunca más despertaron de él. Los argivos honraron su memoria y dedicaron sus retratos en Delfos, considerándolos como a unos varones esclarecidos.”…
Herodoto. Los nueve libros de la historia. Libro I, Clío, XXXI
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