Listen to the music

Listen to the music (Doobie Brothers)

En la era de la inmediatez vivimos nerviosos. Con prisas. Buscamos satisfacciones inmediatas. Lo queremos todo a un click. ¡Que corra la dopamina!

En lugar de formularnos preguntas, empleamos imperativos “prompts” para chatgpt. ¿Por brevedad? ¡Que va! Para conseguir más y mejor por menos. ¡Todo ya!

Como especie, vamos mutando hacia nuestra nueva versión: desde el homo sapiens hacia el “Fomo Sapiens” [fear of missing out, miedo a perderse algo). Y en este entorno superpoblado de tentaciones, nuestra atención –ese bien tan escaso-se convierte en objeto de deseo de quienes compiten por atraparla.

En todos los órdenes de la vida. En la economía y en la política. En ciencias y artes. Y –entre éstas- la música no podía ser una excepción.

El mundo de la música ha cambiado. Los directos y el “streaming” son –hoy- las principales fuentes de ingresos de creadoras, creadores e intérpretes. Y esto transforma la industria musical, los modos y maneras cómo “crea, proporciona y capta valor”. También las canciones. Y su duración.

Lo leía hace unos días en la newsletter de Alex Rayón. ¿Por qué nos gusta la música que nos gusta y por qué cada vez duran menos las canciones?

Según este artículo, la longitud media en duración de las 100 mejores canciones de los últimos 5 años es de 2 minutos y 55 segundos. En los 90, cuando el Cd se imponía, esta longitud era de 3 minutos y 59 segundos.

Entre otros, una de las causas de esta fugacidad es el modo de monetizar contenidos. Ayer era la venta de Cds, casettes y discos. Hoy, es la suscripción a las plataformas de reproducción de música. Spotify, una de las más importantes, para pagarte por reproducción, necesita al menos 30 segundos de “escucha”. Pero a partir de ahí, no hay requisito adicional alguno.

Estando el comportamiento creativo moldeado por sus consecuencias siguiendo este patrón de reforzamiento ¿Por qué alargar las composiciones? ¿Para que trabajar más letra, estribillo o armonía …? ¿Por qué emplear dos palabras si con una basta?

El esfuerzo inútil conduce a la melancolía. Así que, los compositores se ven seducidos por adelantar estribillos y revolucionar las canciones para que suenen aceleradas.

La música es el espejo de nuestra alma. Acelerada. Así que … ¡Dale ritmo!

Porque, como dice Markel, no imagino la vida sin música. Siguiendo a Kurt Cobain “Porque es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor”.

Porque lo importante es seguir componiendo música (¿verdad Oli?). De menos de 80 o de más de 116 BPM (beats per minute). No hay censura que la pueda frenar.

Así que, con los Doobie Brothers, seguiremos tarareando …

“Oh, oh, listen to the music. All the time”

Javier Riaño

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Javier Riaño

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