Al acabar la conferencia me encontré con dos de mis alumnos a quienes pregunté qué les había parecido. Su respuesta fue: “Esperábamos más de alguien que ha tenido un alto cargo en J.P. Morgan & Co”. Mi opinión difería por completo, tal vez porque estoy en una etapa de vida muy diferente. A mí me sorprendió muy gratamente que alguien que con un recorrido vital y profesional tan rico, con mucha reflexión sobre el liderazgo, llegara a conclusiones que comparto plenamente. Asimismo, se veía claramente la impronta de la espiritualidad ignaciana.
Si pensamos en cómo son y qué hacen quienes consideramos buenos líderes (o lideresas) podemos descubrir que cada persona tenemos muchas de esas características. Además, todos y todas marcamos camino y ejercemos influencia sobre otras personas. La vida nos da muchas oportunidades de liderar lo que supone una gran responsabilidad. Sus palabras me recordaron una frase de Bennis (1990: 3): “En realidad el proceso de convertirse en líder es muy parecido al proceso de convertirse en un ser humano bien integrado. Para el líder, como para la persona bien integrada, su carrera profesional es la vida. Discutir el proceso en términos de ‘líderes’ es sólo una forma de concretarlo”.
El liderazgo es servicio, lo que tiene mucho que ver con un término muy ignaciano, la Cura Personalis [entendida como “el cuidado integral de la persona a través del acompañamiento, que se realiza desde el amor y el servicio para que el otro crezca, respetando sus particulares circunstancias y con aprecio a sus capacidades y necesidades” (Centro Virtual de Pedagogía Ignaciana, 2018)]. Amar es querer el bien y el desarrollo de la otra persona.
Del discurso de Lowney a la promoción de los Másteres de la DBS me quedo con los cuatro aprendizajes de cuando hizo el camino de Santiago, en el que, metafóricamente dijo que San Ignacio puede ser un “buen compañero”, y que sirven para cualquier persona en su proceso de desarrollo.
La misma semana, el 29 de febrero, tuvo lugar otro acto muy diferente, pero del que también se pueden sacar lecciones importantes de liderazgo (Universidad de Deusto, 2023). En el mismo, Rosa Escandell y William Kikanae Ole Pere nos presentaron cómo la vida les unió para llevar adelante un sueño: que la Comunidad Masái sea dueña de su destino. Para ello crearon ADCAM, una Asociación sin ánimo de lucro, que incluye proyectos como SAWA MARA (un Eco Lodge sostenible), Nómadas (un co-working peculiar), MARA VISION SCHOOL (una escuela-residencia) y una cooperativa que da trabajo a más de 1.000 mujeres Masái. Para mí, el principal aprendizaje fue el poder de la visión, ingrediente esencial del liderazgo. Rosa dejó una trayectoria profesional muy interesante porque se cansó de “hacer más ricos a los ricos” y quería dedicarse a un proyecto con sentido. William renunció a una beca de estudios en Estados Unidos para quedarse entre los suyos y trabajar por el avance y desarrollo de las mujeres (algo contracultural en su tierra) y para llevar la educación a su comunidad.
Para terminar, unas palabras de William que son muy inspiradoras: “Los masáis somos personas que somos felices siempre. Como nosotros decimos: ‘Hakuna matata’. Haya o no haya comida, haya o no haya problemas, siempre somos felices. Amamos al prójimo y compartimos lo que tenemos. Así somos los masáis” (Aprendemos Juntos 2030, 2023a).
Referencias
Llevo un tiempo con una melodía triste sonando en mi cabeza. No me imposibilita seguir…
Bajo el título “Este bebé con un casco tiene la clave para entrenar la IA”…
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