Si hablamos de verano es difícil no pensar en cerezas, pero existen cerezas y cerezas. La nutricionista Gabriela Uriarte nos habla en esta ocasión de las cerezas ecológicas, que se cultivan sin pesticidas ni químicos de síntesis, que tienden a acumularse en la piel de la fruta. Por ello, podemos ingerirlas con piel y beneficiarnos de todos los nutrientes, ya que aproximadamente el 80% se concentran allí.
Además, la cereza es una fruta que se recoge en su punto justo de maduración al sol, por lo que su sabor es auténtico y más intenso.
Las cerezas son muy apreciadas por su sabor dulce y su efecto refrescante. Casi el 85% de la cereza es agua, tiene un contenido prácticamente nulo en grasa, pequeñas cantidades de proteína vegetal y el resto son carbohidratos.
Asimismo, las cerezas nos aportan principalmente vitaminas C, B9 o folato y A. En cuanto a minerales, esta fruta contiene potasio, fósforo, calcio y magnesio.
Las cerezas contienen tan solo 60 calorías por cada 100 gramos de fruta y, además, participan en la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas como es el caso de osteoporosis, enfermedades cardiovasculares o cáncer.
Las cerezas son un excelente aliado para los casos de gota o ácido úrico alto, contribuyen al correcto funcionamiento de nuestro sistema nervioso y muscular debido a su contenido en potasio y magnesio.
Comer esta fruta no sólo nos provee de las vitaminas y minerales que nuestro organismo necesita, sino que además nos proporciona agua que favorecerá la hidratación de nuestro cuerpo, fundamental para sobrellevar los meses de calor.